martes, 29 de octubre de 2013

Oscuros orígenes

Eva Armisén.
Fuente de la imagen: evaarmisen.com
¿De dónde surgen los cuentos de hadas tradicionales, ésos que todos conocemos en versiones más o menos edulcoradas? Existen, claro está, numerosas teorías al respecto. Una que me gusta mucho es la que sostiene que los cuentos son reformulaciones de los sueños (véase Ludwig Laistner). Se trata de una hipótesis arriesgada que creo imposible de verificar (o de rebatir) y que resulta muy sugerente (¡pensar que los sueños nos enseñan tanto!).

También me agrada imaginar que los cuentos folklóricos nacieron en la mente de un pastor o de una costurera como le nacían a Ángel González los versos. En La poesía y sus circunstancias (Seix Barral, 2005), el poeta asturiano escribe: “Casi nunca busco los poemas: aparecen. Surgen inesperadamente unas palabras que luego hay que desarrollar. Son -aunque la palabra tiene implicaciones religiosas que no me gustan- como una revelación (...)" (pág. 448). Es hermosa, sí, esa imagen de alguien que trabaja en algo monótono durante días enteros y que tal vez no sabe ni leer ni escribir, pero, de lo que le ocurre a diario, destila anécdotas y fantasías hasta construir una historia. Eso es algo que yo hacía, de niña, cuando tenía que secar los cubiertos y guardarlos en un cajón. Como me aburría, imaginaba historias de amor imposible entre cucharas y cuchillos y amargos relatos de cucharillas de café obligadas a trabajar como cucharones soperos.

Pero, por encima de todo, me gusta la posibilidad de que algunas imágenes de los cuentos hayan podido nacer del deseo de alguien de ser querido. Por ejemplo, de un señor muy primitivo en taparrabos que un día encuentra los restos de un mamut y, desesperado porque su amada troglodítica sólo tiene ojos para el Macho Alfa de la tribu, inventa que al mamut lo ha matado él solo, y eso a pesar de que el bicho soltaba lenguas de fuego por la boca...

Por supuesto, nada de lo que digo tiene ningún fundamento. El que quiera fundamento que visite la página de Antonio Rodríguez Almodóvar, un sabio que de cuentos lo sabe prácticamente todo.

domingo, 27 de octubre de 2013

Poetidianos (poemas de lo cotidiano)

Yo, de mayor, quiero ser Fran Nuño. No va a ser fácil, lo sé. Pero no hay que descartar lo improbable (¡los cisnes negros existen! Y también existen los ornitorrincos y los osos hormigueros). Así que, algún día, tal vez entre los 90 años y la muerte, espero pasar el rato escribiendo poetidianos, poemas de lo cotidiano como los que incluye Nuño en su Manual de técnicas de animación a la lectura (Ed. Berenice, 2011) -un libro mejor que práctico, un libro mágico, con propuestas sin desperdicio para trabajar en el aula, en casa o en la biblioteca-.

Mientras llega ese día, me voy a tender la ropa:

BAILA LA ROPA
Pinzas y cuerdas,
en la azotea
tendemos las prendas.
¡Cuánto pesan!
Faldas y pantalones,
camisas y calcetines...
¡Parece un desfile!
Temiendo a las nubes
baila la ropa
sin que nadie empuje.
Fran Nuño, Manual de técnicas de animación a la lectura, Ed. Berenice, 2011, pág. 95.
El mundo de Sempé (Volumen I), Ediciones El Jueves 2004 para la edición en castellano

viernes, 25 de octubre de 2013

Mi vecina Julieta


La mujer que protagoniza este vídeo, seguramente, no es una cuentacuentos profesional, pero para mí su forma de narrar es conmovedora. Cuando lo miro, veo cómo el cuento va “hacia adentro”, hacia recuerdos y emociones antiguas -esas cosas que a veces pasan con los cuentos- y me encanta. Y otra cosa que no es que me encante -porque no puede ser-, pero me encantaría es sacar ahora mismo los altavoces por la ventana de la cocina y poner el volumen al máximo para que este cuento lo oyera mi vecina, una señora que vive dos pisos más abajo y que en estos momentos mantiene con su madre anciana una discusión de la todos nos estamos enterando. Mi vecina llora y grita: “Todos. Todos menos yo. ¡Siempre!. Siempre todos menos yo”. No conozco los detalles del conflicto, claro, pero sospecho que puede tener mucho que ver con el de la pequeña Julieta.
Recomiendo, pues, Julieta estate quieta, escrito e ilustrado por la estupenda Rosemary Wells (existen diferentes ediciones en el mercado), para el niño de 4-5 años que todos llevamos dentro.

jueves, 24 de octubre de 2013

Octubre

Hoy no voy a decir nada. Bueno, sólo una cosa: si algún día tengo un hijo, lo llamaré Ray Bradbury.

Fuente de la imagen: http://www.flickr.com/photos/rhilederman/8041265057/in/photostream/
 
PRÓLOGO
"En primer lugar, era octubre, un mes raro para los niños. En verdad, todos los meses son raros, de un modo o de otro. Pero los hay buenos y malos, como dicen los piratas. Setiembre, por ejemplo, es un mes malo: empiezan las clases. Pero agosto es bueno: las clases todavía no han empezado. Julio, bueno, julio es realmente estupendo: no hay ni rastros de clases. Junio, no hay ninguna duda, junio es el mejor de todos porque las puertas de la escuela se abren de par en par, y para setiembre falta un millón de años.
Pero consideremos octubre. Las clases han empezado hace un mes, y uno anda al trote corto, sin tirar de las riendas. (...). Y si se acerca el 20 de octubre y todo huele a humo y el cielo del crepúsculo es anaranjado y gris, parece que la fiesta de Todos los Santos no llegará nunca en lluvias de palos de escoba y aleteos de sábanas a la vuelta de la esquina.
Pero hubo un año raro, oscuro, largo, en el que la fiesta de Todos los Santos llegó antes de tiempo. Un año esa fiesta llegó el 24 de octubre, tres horas después de medianoche.
En ese entonces, Jim Nightshade, que vivía en Oak Street 97, tenía 13 años, once meses y veintitrés días; y William Halloway, que vivía en la casa de al lado, tenía trece años, once meses y veinticuatro días. Los dos rozaban ya los catorce años, casi les temblaban en las puntas de los dedos.
Y en esa misma semana de octubre crecieron durante la noche, y ya nunca más fueron jóvenes..." Ray Bradbury, La feria de las Tinieblas, Ed. Minotauro, 1991. 

PD: He dicho que no diría nada, pero...un principio de novela como éste, ¿es o no prometedor? Ya sé que hay gente a la que no le hace gracia que los yankis colonicen nuestro imaginario con sus fiestas de Halloween y sus aventuras de preadolescentes del Medio Oeste, pero Ray Bradbury, además de un escritor maravilloso -con gran capacidad narrativa y de un lirismo exquisito-, debería ser lectura recomendada para todos esos chavales que tras leer una novelita de Carlos Ruíz Zafón (que a mí no me gusta, pero a muchos de mis alumnos, sí), se quedan con ganas de más ferias tenebrosas y engendros mecánicos. A ellos podemos decirles que Bradbury garantiza sustos de primera calidad.

PD2:  Y, además, también podemos decirles que Ray es el escritor ideal para los amantes de los tatuajes, algo que no se puede decir de cualquiera.

martes, 22 de octubre de 2013

La posada del cisne negro


En los cuentos de hadas siempre hay un lugar en el que los milagros ocurren y las transformaciones suceden, como suceden en la vida, tras dar prueba de perseverancia y realizar un sacrificio grande o pequeño. Puede tratarse de la casa del ogro, como en Pulgarcito, de la morada de una bruja, de un castillo encantado o de la cueva del dragón. A veces ocurre que ese lugar fuera de lo corriente da título al cuento, como en "La posada del cisne negro".
Confieso que hasta hace unos días pensaba que ese cuento lo recordaba yo de una vida anterior, porque se me aparecía en sueños parte de su argumento, pero, por mucho que buscaba información en la red, no encontraba nada que le hiciera referencia (la cara de Natalie Portman vestida de bailarina y maquillada para parecer una loca, no, no tenía nada que ver). En un arrebato, llegué incluso a pensar si ese título, tan preciso y evocador, no me habría sido enviado por algún genio de la creatividad para que escribiera yo la historia, sin olvidar las tres gotas de sangre que debe derramar la bella María para desencantar al príncipe (sí, a veces me entusiasmo). Pero entonces ocurrió...ocurrió un cisne negro.
No sé si todo el mundo conoce la 'teoría del cisne negro'. Por si acaso, me permito insertar un video donde se explica muy claramente en qué consiste:

 
Como veis, La 'teoría del cisne negro' es un concepto que, en general, se aplica a cuestiones económicas y sociopolíticas, aunque yo lo considero extensible a todos los fenómenos de la vida. De manera que puedo decir que...¡he experimentado un cisne negro en mis propias carnes!. Y es que una mañana, no hace mucho, buscando un nombre para este blog (quería asegurarme de que no hubiera ningún otro -posiblemente de un agroturismo o de un restaurante especializado en carnes de caza y rovellons- que se llamara igual),  tecleé en el buscador de Google "posada del cisne negro". Y lo que pasa cuando no tienes en cuenta que los cisnes negros existen: que cuando los ves crees que tus ojos te engañan...Pero no, "La posada del cisne negro", de la editorial Toray, con ilustraciones de María Pascual (¡¿cómo había podido olvidar ese nombre?!), existe y está a la venta.
Además, el cuento viene con un regalito, porque ahora, cuando leo el título, me parece aún mejor, de una clarividencia excepcional: "posadas del cisne negro" son esos lugares en los que pasa lo que nunca pensamos que pasaría, eso capaz de cambiar nuestro destino.

domingo, 20 de octubre de 2013

El allí y entonces

Campaña del TNC en los autobuses del área metropolitana de
Barcelona (Otoño, 2013)
Afirma el filósofo estadounidense Sam Keen en su libro Himnos a un Dios desconocido: "Un ser humano es ciudadano de dos reinos: el aquí y ahora, y el allí y entonces". Me encanta esta doble nacionalidad sin pasaportes ni aduanas que hace de cada uno de nosotros alguien singular y lleno de matices. ¿Qué cuento contamos y nos contamos para ser quienes somos? ¿Somos cenicientas o caperucitas? ¿Lobos o madrastras? ¿Calzamos zapatos de hierro o somos, más bien, de los que aguardan impacientes la intervención de un hada madrina? ¿Nos atrevemos con los finales felices? Sin embargo, las fronteras de estas tierras que conforman nuestra identidad a veces se difuminan de forma peligrosa y ya no podemos saber quién actúa en nuestro nombre, si lo que fuimos, lo que deseamos ser o lo que somos, aquí y ahora, en este instante. Contra esa confusión, se erigen los hermosos intermedios, momentos en que ayer, hoy y mañana desaparecen. En un parpadeo, lo tenemos todo: la consciencia de ser algo más que nuestra historia. Luego, la vuelta a la rutina, al escenario, al aquí y ahora, al allí y entonces, donde nuestro cuento personal no ha terminado.

viernes, 18 de octubre de 2013

Dejar el lienzo en blanco y titularlo "La nube"

El mundo de Sempé (Volumen I), Ediciones El Jueves 2004 para la edición en castellano
Me tienta, pero no debemos. Hoy no. Hoy hay que empezar aunque sea la última cosa que hagamos. El gran Sempé (Burdeos, 1932) me lo recuerda en una de sus viñetas maravillosas: si llegamos hasta aquí -con el lienzo, las acuarelas, la silla plegable y hasta el sombrero de paja-, ahora toca entornar los ojos, medir con el pincel, mezclar los colores y atreverse. Porque, como dijo un eminente lector 'de tebeos y otras publicaciones infantiles': Las ideas no duran mucho. Hay que hacer algo con ellas.