Cuando viajo, me pasa que en
algún momento, normalmente hacia el tercer día, la excitación de
estar en un lugar nuevo decae y deja paso a un sentimiento de
melancolía, casi de orfandad. Me siento cansada y fuera de lugar (fuera del hogar también) y me doy un poco de
pena.
Entonces sé que necesito una toma de tierra y a mí
las tomas de tierra me las proporcionan los libros. Dadme una larga
hilera de títulos, páginas y chifladuras que a alguien se le
ocurrieron y será como estar en casa. Por eso, contra esos momentos
de saudade (que es la nostalgia del terruño, por si alguien
no lo sabe), yo me busco mi aspirina: una librería calentita -o con
aire acondicionado, si es verano-, y allí me dan las tantas, leyendo
primeras páginas y cuentos enteros y versos de poetas de nombre
impronunciable. Es un viaje dentro del viaje para acordarme de quién
soy. Y una oportunidad de encontrar el tesoro que voy buscando
siempre por esos mundos.
Nunca regreso de unas vacaciones sin un
libro nuevo, sea en la lengua que sea. Es un pequeño ritual, que,
luego, semanas o meses después, concluye en mi cama, en una de esas
mañanas del fin de semana en que me digo “hoy me quedo aquí y
a la realidad que le den”. Hojear
o leer en la cama, con tiempo por delante, un libro que compré lejos
es, sencillamente, una de las cosas que más me gustan en la vida.
Los libros son un pasaporte, una alfombra voladora, y hoy, que es el día de las librerías, se me ha ocurrido que esas tiendas son para
mí como aeropuertos de donde salen aviones de papel que van de mi
casa a todo el mundo y de todo mundo a mi casa. Un lujo de
aeropuertos, sin policía ni Ryanair ni controles ni tonterías. ¡Larga vida a esos azafatos de vuelo que son los libreros de vocación, ancho cielo despejado y largas travesías sin turbulencias para ellos!.
Hoy es mi cumpleaños. También sería el cumpleaños de Pippi Langstrump, si ella gastara de eso. Y el de Tina Turner, aunque las mujeres de bandera como Tina tampoco cumplen años. Y Charles M. Schulz, el creador de Charlie Brown, si no hubiera muerto hace ya trece años, celebraría hoy sus 90.
Me encantaría dedicarles un post extenso a cualquiera de ellos (sí, incluso Tina Turner podría tener cabida, ya que aparece mencionada en el segundo título de Pequeña historia de Roc, una colección de libros para niños donde los grandes del pop y del rock juegan un papel destacado). Pero estoy en plena mudanza, rodeada de cajas, subiendo y bajando escaleras, preguntándome cómo he podido acumular tantos trastos en apenas...estooooo...unos años de vida. Y no estoy para posts. Todo lo más para un rápido copy paste.
Aunque, pensándolo bien...
Dear Sr. Schulz, por aquí se dice que no fue usted muy feliz, lo cual espero sea una mentira facilona para vender más libros. Anyway, hizo las cosas muy bien, nos dejó un espejo en el que mirarnos (y reírnos de nosotros mismos) y un tesoro de ocurrencias que son mil veces mejores que la visita al terapeuta. Espero y deseo que allá donde esté haya perros y problemas sobre los que sigue dibujando cada día.xxx Peggy Jean.
Varias amigas mías están embarazadas
o han sido madres hace poco (¡la humanidad no se extingue, ni mucho
menos!) y estos días ando enfrascada buscando regalos que sean
prácticos y bonitos y, a la vez, tengan cierto sello personal. Como
tengo fama de ser una chalada de los cuentos y no quiero desmerecer
ese título, he pensado en buscar ropa de bebé cuya inspiración
sean los cuentos infantiles. Pero no me atraen para nada las
princesas rosa ni los príncipes azules, así que la cosa entraña
cierta dificultad...Afortunadamente, difícil no significa
imposible, por lo que he acabado encontrando algunos productos
interesantes, que comparto con vosotros, por si alguien tiene un
compromiso o se anima a tener un hijo con la que está cayendo.
En primer lugar, quiero hablaros de
Kambakids, una empresa de Barcelona que confecciona de manera
artesanal ropa infantil y complementos con telas de estampados
africanos. “Kamba” significa “niño” en morée,
el idioma de Burkina Faso, y las prendas se cosen en talleres de ese
país mediante un proyecto de cooperación que asegura salarios y
condiciones laborales justos para los artesanos. Nada que ver con los
cuentos, si no fuera porque cada prenda se vende acompañada de un
cuento inspirado en los motivos del estampado (preciosos todos ellos,
como era de esperar).
Además, he encontrado una tienda online, "Du pareil...a même", especializada en ropa para niños de 0 a 14 años, con un catálogo muy extenso a precios muy razonables (y que incluye una colección de ropa para bebés hecha en materiales ecológicos - tal vez la mejor opción después de la de ir desnudo-). La particularidad que aquí nos atañe es que las ilustraciones con que se decoran las prendas son muy bonitas y sugieren cuentos en sí mismas. Sobre el hecho de considerar "niños" a tiarrones de 14 años no me pronuncio.
También quiero mencionar los bodies,
camisetas y pañaleras de Mmmfantasíadealgodón. Son prendas 100% de
algodón que reproducen litografías e ilustraciones de libros
de cuentos antiguos (como la Caperucita de Gustav Doré o el conejo
de Alicia en el País de las Maravillas de John Tenniel).
Parecen muy cómodas y una buena manera de introducir a los niños en
el universo de los clásicos (“¿Qué prefieres hoy?¿el
Flautista de Hammelin o la calabaza de Cenicienta?”). Se venden en Etsy.
Finalmente, Alhambra García, de Granada, realiza estampados por encargo mediante técnicas de gutta o batik, sobre todo tipo de prendas y ropa de casa, con un estilo vistoso, depurado y colorista. Os recomiendo visitar su blog y proponerle cualquier ocurrencia, seguro que lo borda (lo pinta).
¡Ah! Y un truco para que este cuento de la ropa para bebés tenga un final feliz: ¡Percentil!. Percentil es un portal de compra-venta online de ropa casi-nueva para niños. Una manera cómoda y eficaz de darle un respiro a este planeta colapsado. En este video se explica claro, colorín y colorado.
Nota: Si no lo especifico, las fotos proceden de los sitios mencionados en el texto.
¡Qué grande es Ricardo
Siri Liniers! Un día le dedicaré una entrada, aunque lo voy
retrasando porque...¿qué digo?. Hay tanta riqueza en su imaginario.
Es tan gracioso y profundo, con ese humor absurdo y melancólico
de los humoristas de verdad, que no sé ni por dónde empezar. Así
que, by the moment, me limito a robarle sus tesoros.
Y esta vez la verdad es que me viene al pelo porque el
hombre es un lunático de cuidado y son muchas las viñetas que le ha
dedicado a la luna. A la luna en todas sus fases, pero, sobre todo, a
una luna redonda y grande como la de hoy.
Así que aquí os dejo algunos dibujos suyos
para que si miráis la luna esta noche (si se deja ver, claro) os acordéis
de esto: la luna habla de MUERTE, AMOR y MISTERIO. Pero no como en un
culebrón venezolano, no. La luna habla de esos temas como lo hacen
los poetas, sin que lo entendamos todo, a su bola.
Hoy sería el cumpleaños 106 de Astrid
Lindgren (Småland, 1907-Estocolmo, 2002) . ¡Que viva Astrid! ¡Que viva Pippi y los niños de
Bullerbyn! Adoro a Astrid Lindgren, ¿qué más puedo decir? En sus
libros para niños y adolescentes se reveló como una mujer lista,
libre, digna y nada cursi. Además, si es cierto que el deseo que
formuló en su último cumpleaños fue “paz en el mundo y
bonitos vestidos”, cabe pensar que mantuvo la lucidez hasta el
final.
Astrid creció en una granja y parece
ser que tuvo una infancia feliz (lo cual desmiente el
tópico de que una niñez desgraciada es requisito del buen
escritor). En su juventud, en cambio, la vida se le complicó un
poco: fue madre soltera a los 18 años y las penurias económicas la obligaron a dejar por un tiempo
a su hijo con una familia de acogida. Más adelante, casada y madre
ya de dos niños, se dedicó a la escritura, labor que simultaneó
durante décadas con su trabajo como editora de libros infantiles en
Raben&Sjögren. Explico esto porque me parece admirable -e
increíble- que sacara tiempo para todo: ocuparse de su familia,
tener un trabajo y desarrollar una carrera creativa...¡ahí es nada,
Astrid!.
Astrid Lindgren escribió cuentos que
se publicaban en revistas, novelas y guiones para series de
televisión y si alguien quiere empezar a seguirle la pista, aquí
encontrará información detallada sobre su producción y abundante bibliografía.
Por mi parte, hoy voy a dejar hablar a
otros que, como yo, también se han sentido tocados por la obra y el
talento de esta mujer. Por ejemplo, en este enlace encontraréis una
buena reseña de Los hermanos Corazón de León, un libro
menos conocido en España que otros de la autora y que, sin embargo,
me consta que deja un recuerdo imborrable en quienes lo han leído.
Trata acerca de dos hermanos que, tras su fallecimiento, se
encuentran en un lugar más allá de la muerte donde viven aventuras
y se enfrentan a un gran tirano.
Y aquí hay un comentario sobre Los
niños de Bullerbyn, una serie de libros que me encanta y me hizo
mucha compañía cuando era niña (¡qué le vamos a hacer! Yo ya nací echando de menos los paraísos perdidos).
Otro ejemplo: este artículo de Tiina Meri contiene una interesante disertación sobre por qué Pippi
Langstrump ha sido una figura de referencia para las mujeres en las
últimas décadas y ha contribuido positivamente a la causa del
feminismo.
Y, finalmente, en este texto, el autor, David
Wiles, recuerda la faceta de Lindgren, la
escritora sueca más traducida y más universalmente famosa de su
país, como creadora de opinión y mujer comprometida con unos
valores humanitarios y ecologistas.
En fin, ahora me voy a hacer otras
cosas, para ser un poquito más como Astrid y mejorar mi nivel de
eficiencia.
¡Paz en el mundo y bonitos vestidos
para todos!
Nota: Las reproducciones de sellos sin leyenda proceden de http://es.123rf.com/ (archivo de imágenes libres de derechos).
Tener un blog es como tener una vida: mientras buscas una cosa, encuentras otras que, a veces, hasta te gustan más. Hace unos días, sin ir más lejos, estaba yo buscando cierto poema que no voy a decir (estaría feo) para dedicarle una entrada a su autor, cuando me encontré con otro que me robó el corazón. De hecho, con dos. Dos poemas de Pedro Mañas (Madrid, 1981), poeta ganador del Premio Internacional de Poesía para Niños Ciudad de Orihuela en su edición de 2009.
Ilustración de Silvina Socolovsky para el libro Ciudad Laberinto (Ed. Kalandraka, 2010)
El primero no es que sea un poema (o no sólo). Es una escalera, para subir y bajar. Bajar y subir y subir y bajar...
"Poema rascacielos:
(para leer de abajo arriba)
me vuelvo al suelo.
y ahora rima que rima
del rascacielos,
He llegado a la cima,
siempre hacia arriba.
voy leyendo el poema
tan llamativa,
Voy subiendo esta torre
y no me retraso.
voy leyendo el poema
pasito a paso,
Voy subiendo la torre
y no me sofoco.
voy leyendo el poema
poquito a poco,
Voy subiendo la torre
y voy a escalarla.
He encontrado una torre
de piedra y palabras.
He encontrado un poema"
El segundo habla de un hombre al que le falta algo (o más bien de todo):
Ilustración de Silvina Socolovsky
Hombre sin nombre
En mi ciudad hay mil barrios.
En cada barrio hay cien calles.
En cada calle hay diez casas.
En cada casa hay un hombre.
¿Y a este hombre que le pasa?
Pues le pasa (no te asombres)
Que nadie sabe su nombre,
Ni le escribe, ni le abraza.
Le pasa que no le conocen
Ni en su calle, ni en la plaza.
Le pasa que no tiene patio,
Ni ventana, ni terraza.
Le pasa que nada le pasa
Al hombre que vive enfrente
De la puerta
De tu casa.
De Pedro Mañas, autor de este poemario estupendo (Ciudad Laberinto, Editorial Kalandraka, 2010), apenas he podido saber algo más que su nombre. Para los curiosos, aquí hay una entrevista, pero es del 2008. Aunque una cosa está clara: cuando escribe Pedro, donde pone el ojo, pone la bala.
Silvia Socolovsky, por su parte, ilustradora del volumen, realiza un trabajo también digno de un arrebato consumista...¡Tiembla cerdito-hucha!.
Cada día que pasa creo menos en los cuentos chinos y más en los cuentos a secas. Esas teorías en boga sobre moldear el futuro a fuerza de visualizaciones, confiar en los milagros y en que tus deseos se cumplirán si (y sólo si) los formulas de cierta manera (¡no uséis el adverbio “no”, por Dios!) se me están empezando a atragantar. Llamadme descreída, pero para mí es evidente que todo el Universo NO conspira para que se cumplan nuestros sueños (en mi barrio, por lo menos, no conspira mucho).
En los cuentos de hadas, en cambio, sí
que creo. Los protagonistas de esas historias se enfrentan a retos
muy difíciles (orfandad, pobreza, abandonos en el bosque, madrastras
asesinas, bestias mitológicas, encantamientos y maldiciones, entre
otros). Pero salen victoriosos. Y eso es gracias, fundamentalmente, a
que: a) se mantienen fieles a su propósito -el que sea-, b) son
amables y, por ello, encuentran aliados que les ayudan y c)
aprovechan las oportunidades en cuanto surgen.
Yo, a estas alturas de mi vida, ya
probé lo de invocar a los espíritus y escribir mi lista de deseos
en papelitos la noche de Fin de Año, así que ahora creo más en este
modo de proceder, a lo Pulgarcito, a lo Juan de las habichuelas mágicas.
Todo esto lo digo porque mañana
sonarán las doce campanadas para Vanessa Ravira y sabremos por fin si
La ciudad de los amantes, su primera novela, va a poder
publicarse o no.
Yo espero (y supongo) que sí, porque a
Vanessa madera de heroína de cuento -perseverante, amable y decidida- no le falta.
Pero, por si acaso aún necesita un
ayudita, aquí tenéis el enlace de la campaña de crowdfundind en la
que todavía podéis participar, porque ser hados padrinos y hadas
madrinas, de vez en cuando, también hace ilusión.
Iba a decir que la cuentoterapia es una terapia novedosa que consiste en utilizar los cuentos con fines de autoconocimiento y sanación, pero eso no es verdad. La cuentoterapia, en realidad, es antiquísima, aunque sea mérito de Lorenzo Hernández Pallarés el haber acuñado el término y, junto a un pequeño grupo de psicólogos y especialistas, haber sentado las bases de esta disciplina.
Esto tendría muy poco que ver con Lou Reed (Nueva York, 1943-2013), quien nos ha dejado hace unos días, si no fuera porque en el último taller de Lorenzo al que asistí en Barcelona, “Lo rechazado. El encuentro con la sombra”, tratamos acerca de algo sobre lo que Lou sabía un montón: nuestra relación con el lado salvaje de la vida.
Caratula frontal del álbum Lou Reed-Transformer (1972)
El concepto sombra, sobre el que no voy a extenderme -porque, además de escribir un blog, intento tener una vida-, es hoy en día harto familiar para las personas que frecuentan la lectura de textos de psicología y autoayuda. También es un concepto muy antiguo y muy presente en la cultura occidental (la eterna lucha entre el Bien y el Mal, que tanto bien y tanto mal nos ha hecho, está en la Biblia, sin ir más lejos, y tiene mucha relación con esta dualidad que implica la existencia de la sombra). En psicología, grosso modo, la sombra es lo que su propio nombre indica: una zona oscura, no alcanzada por la luz, cuya forma muestra de, manera más o menos distorsionada, la misma silueta del cuerpo que la proyecta. Es decir, que la sombra de un individuo vendría a ser él mismo, pero en la tiniebla y deformado, y estaría integrada por rasgos de personalidad ocultos o reprimidos. Estos rasgos, ojo, no son necesariamente negativos. Alguien que haya, por ejemplo, crecido en un entorno donde se evitaba el contacto físico, no se manifestaban emociones como el cariño y haya interiorizado esto como positivo, puede albergar en su sombra una capacidad para dar y recibir afecto totalmente inexplorada.- En fin. Espero que Carl Gustav Jung no se revuelva en su tumba por esta explicación tan somera-.
A lo que iba: la sombra, su reconocimiento, la lucha contra ella, la integración de la misma, etc...se diría un asunto exclusivamente adulto, algo a lo que nos enfrentamos cuando ya tenemos una edad. Sin embargo, contra todo pronóstico, es un tema muy caro a los autores de literatura infantil y juvenil y lo encontramos, con intención y resultados diversos, en los cuentos de hadas tradicionales, en cuentos de autor como Peter Pan y Wendy,Las aventuras de Pinocchio o El Mago de Oz, y en novelas juveniles contemporáneas (toda la saga de Harry Potter, por ejemplo, abunda, en su trama y subtramas, en este encuentro del héroe con su lado oscuro). Y tengo la impresión de que esto es así no por casualidad, sino porque acaso ésta sea la lucha definitiva. Sólo quien se mira al espejo y tiende la mano a su reflejo distorsionado puede obtener el tesoro que le está destinado (las perlas de la sabiduría, el collar sagrado, la corona).
Y ahí es donde, por fin, regresamos a Lou Reed, esa tenebrosa aparición vestida de cuero negro, cuya música y vida artística, improbablemente hermosas, resuenan en nosotros como manifestación de la sombra en plenitud. Porque la sombra es de veras oscura, pero “permanece conectada con las profundidades olvidadas del alma, con la vida y la vitalidad; ahí (donde) puede establecerse contacto con lo superior, lo creativo y lo universalmente humano” (Liliane Frey-Rohn).
Así que, gracias, Lou, por tu sombra y por la luz de tu sombra derramada sobre nosotros.
Y ya no digo nada más, pero os dejo con una canción de Velvet Underground y su aSOMBRosa letra:
I'll be your mirrow (Seré tu espejo)
Yo seré tu espejo Reflejaré lo que eres, en caso de que no lo sepas Yo seré el viento, la lluvia y la puesta del sol La luz en la puerta para mostrarte que estás en casa
Cuando pienses que la noche ha visto tu mente Que dentro eres retorcido y cruel Déjame quedarme para mostrarte que estas ciego Por favor, baja las manos Porque te veo
Me resulta difícil creer que no sepas Lo bello(a) que eres Pero si no, déjame ser tus ojos Una mano en la oscuridad, para que no tengas miedo
Cuando pienses que la noche ha visto tu mente Que dentro eres retorcido y cruel Déjame quedarme para mostrarte que estas ciego Por favor, baja tus manos Porque te veo
Hace bastantes años asistí a un ciclo
de conferencias sobre Surrealismo y Generación del 27. Nos hablaron
de muchas facetas diferentes del movimiento y supongo que esto que
voy a contar sólo ocupó unos pocos minutos del tiempo total de
explicaciones. De hecho, Dalí no pertenece a la generación de
poetas del 27, aunque fue su coetáneo y era inevitable hablar de él
si se menciona a García Lorca. Total, que, no sé cómo ni por qué
razón, de todo lo que nos contaron esos días sólo me acuerdo de
esto: que a Dalí los zapatos solos, vacíos, le recordaban la muerte
- la presencia de una ausencia-, una consideración que, más
adelante, utilizaría en algunas de sus obras.
Desde entonces, ni que decir tiene, me
dan un poco de mal rollo los zapatos -especialmente si me los
encuentro fuera de su “habitat”, junto a un contenedor de basura,
por ejemplo-. Pero también me emocionan de una manera como antes no
me ocurría, porque todo lo que habla de la muerte (restos óseos
incluidos) habla también de la vida que una vez hubo y de la que
formamos parte ahora en un devenir continuo.
Cuento esto porque en julio del 2012
tuve oportunidad de participar en el primer curso de “Cuentos, metáforas y guion de vida” impartido por Jordi Amenós en el
Institut Gestalt de Barcelona y fueron cinco días intensos y
bonitos, llenos de descubrimientos, en los que mis compañeros y yo
pudimos explorar nuestro propio cuarto trastero de las
metáforas. Para un día especial como el de hoy, os invito a
realizar un pequeño ejercicio de creación de metáforas que
aprendimos entonces. Se trata simplemente de formular oraciones como
las que siguen, preferiblemente en parejas (de manera que uno de los
miembros proponga al otro el sujeto de la comparación de forma
sorpresiva):
Para mí la muerte/la vida/ mi
vecino/ mi abuelo/ mi trabajo ES COMO...
Y eso SIGNIFICA para mí...
Y eso ME HACE SENTIR... (aquí,
las respuestas “bien/mal/fatal/regular” están vetadas. Hay que
dar con un adjetivo preciso).
Cerrad los ojos, dejaos llevar por la
imaginación (y por lo que está más allá de la imaginación) y ¡ya
me contaréis!.
PD: "El hombre ama, y ama lo que desaparece". W. B. YEATS.