martes, 29 de diciembre de 2015

Cuentos para cuando dejes de fumar

Ilustración de Mariona Cabassa para Los caminos de los árboles

Este final de año estoy intentando dejar de fumar. A la vez, estoy intentando no engordar y concentrarme en escribir la memoria de mi formación en Cuentoterapia. Es mucho intentar, lo sé, pero allá vamos. La mayor parte del tiempo, no soy muy capaz de escribir. Siempre estoy por ahí; en una caminata furiosa, o bailando, o admirando belenes napolitanos o haciendo punto o pilates o lo que sea. A los fumadores que consideren que su vida es monótona y aburrida, yo les recomendaria que dejen de fumar. Todo lo que probarán, pensarán y sentirán a partir del momento en que tomen la decisión y se pongan a ello hará que sus días sean interesantes. Garantizado. Esto es intenso. Hay trampas y demonios que susurran los peores pensamientos y también determinación, recursos desconocidos y aliados que nos salen al paso. Es una aventura en toda regla.

Ilustración de Lucy Campbell
Y, en este desafío, os cuento que hay varias lecturas que me están viniendo muy bien. Clarissa Pínkola y su celebérrimo Mujeres que corren con los lobos, en primer lugar. Profundizaré en ello si algún día vuelvo a ser capaz de profundizar en algo. De momento, puedo adelantar que, además de la versión de Las zapatillas rojas incluida en el libro, El oso de la luna creciente y el minucioso análisis de esta narración hecho por la autora son una guía muy buena para lidiar con los nervios y los accesos de rabia.

También Los caminos de los árboles (Ediciones La Fragatina, 2011) de Pep Bruno (au.) y Mariona Cabassa (ilutr.). Me lo compré en un arrebato porque las ilustraciones son preciosas y el texto era justo lo que mi mente pedía en un momento de vacilación. ¿Qué se necesita para trepar a un árbol? ¿Ser muy grande? ¿Ser muy fuerte? ¡Noooo! Cada árbol es un mundo, a cada reto sus dificultades, pero algo que suele funcionar es... No, no lo digo . Así podréis descubrirlo vosotros mismos, en el cuento y en la vida. Es una cosa que tiene que ver con empaparse, con entrar de verdad en la experiencia, pero sin forzar el progreso. Todo lleva su tiempo.

Además, en mi peregrinar por las librerías (si siguiera fumando, peregrinaría menos y me perdería estos hallazgos), he encontrado un método para dejar de fumar bastante original. Lo explican Esteve PujolRafael BisquerraCarles Arbat  (Ilutr.) en El gran libro de las emociones (Editorial Parramón, 2015). Consiste en reírse mucho. Tengo que probarlo.

Finalmente, Los secretos del abuelo sapo (Editorial Norma, 1997) de Keiko Kasza es otro otro relato de nieto y abuelo que contiene algunas claves muy útiles para enfrentarse a nuestro monstruo del momento. Ya sé que, de entrada, parece muy infantil para algo tan adulto como dejar de fumar, pero es que las dificultades que tenemos para lograrlo vienen de muy lejos (de hecho, a veces se me ocurre que es bastante parecido a dejar de ser un lactante). Y, además, lo que sirve para burlar a un bicho malo, sirve para todos. Aquí os lo dejo en video:

 

Seguro que hay más cuentos apropiados para este trance. Os mantendré informados de lo que descubra y, por supuesto, agradezco vuestras aportaciones. Sería estupendo hacer entre todos una antología de cuentos para lograr dejar el tabaco y, en general, los hábitos y las rutinas que ya no queremos. Como se suele decir, lo bueno de los retos difíciles es que no son imposibles; hay que encontrar el camino que nos permita seguir avanzando y confiar en que lo conseguiremos. ¡Feliz año nuevo a todos!.

lunes, 21 de diciembre de 2015

Solsticio de invierno

Aquí os dejo un poema y una canción  para hoy, con el deseo de que no se apague nuestra luz por muy larga, fría y oscura que se presente la noche.
 
"Firefly Night",  ilustración de Taeeun Yoo.
Luciérnagas
A las cinco de la tarde
Cuando el resplandor se queda sin brillo
Y el jardín se sumerge en el último hervor dorado del día
Oigo el grupo bullicioso de niños
Que salen a cazar luciérnagas.

Corriendo sobre el pasto
Se dispersan entre los arbustos,
Gritan su excitación, palpan su deslumbre
Se arma un círculo alrededor de la pequeña
Que muestra la encendida cuenca de sus manos
Titilando.

Antiguo oficio humano
Este de querer apagar la luz.

¿Te acordás de la última vez que creímos poder iluminar
la noche?


El tiempo nos ha vaciado de fulgor.
Pero la oscuridad
Sigue poblada de luciérnagas.


GIOCONDA BELLI


 

viernes, 18 de diciembre de 2015

¡Huyamos!

Dentro de unas horas se estrena en todo el mundo (en todo el mundo que está para estas historias, se entiende) la séptima entrega de La Guerra de las Galaxias. Yo no voy a ir a verla, pero un querido amigo mío hace semanas que tiene la entrada y lleva literalmente  años esperando este momento. Así que he pensado en dedicarle a él el post de hoy (¡todo llega, G.!), revelándole de paso un dato que quizá desconozca, y es que el primer cartel de Star Wars, el que corresponde a la primera película de la saga, lo realizaron los hermanos Hildebrant.
 
"Gandalf visits Bilbo", ilustración de Tim y Greg  Hildebrant

Tim y Greg  Hildebrant -dos gemelos de  Detroit que en la década de los 70  estaban especializados en ilustrar obras de literatura fantástica, cómics y juegos de cartas-  fueron los responsables de sintetizar en una imagen la propuesta de un por entonces joven George Lucas y su equipo. Cuando recibieron el encargo,  Tim y Greg estaban enfrascados en la confección de algunos de los dibujos por los que hoy figuran en la Wikipedia y se les dedican libros y páginas web: ellos fueron los autores, entre otras, de las imágenes que acompañan una serie de calendarios de los años 70 -hoy en día considerados piezas para coleccionistas- dedicados a El Señor de los anillos.  Como podéis ver, son ilustraciones muy de la época; minuciosas, bonitas y un tanto psicodélicas.
 
"Tom Bombadil", ilustración de Tim y Greg  Hildebrant
(en versión reeditada y comentada por Greg Hildebrandt, Jr)

Y, ya que estoy, aprovecho para citar una anécdota que  J.R.R.Tolkien refiere en su ensayo “Sobre los cuentos de hadas” (incluido en Árbol y hoja, Ed. Minotauro, 1994) a propósito de la realidad y la fantasía:
"Old Man Willow", ilustración de Tim y Greg  Hildebrant
"Aunque parezca increíble, no hace mucho tiempo que le oí comentar a un médico interno de Oxford que a él le «satisfacía» la proximidad de las fábricas de producción en serie y el estruendo del tráfico rodado en continuo embotellamiento porque ponía a la Universidad «en contacto con la vida real». Quizá quería indicar que el modo en que el hombre del siglo XX vive y trabaja aumenta en brutalidad a pasos alarmantes, y que la ruidosa prueba de ello en las calles de Oxford ha de servir de aviso de la imposibilidad de conservar durante mucho tiempo con unas simples vallas y sin una auténtica reacción ofensiva (práctica e intelectual) un oasis de cordura en un desierto de irracionalidad. Pero mucho me temo que no se refería a esto. En cualquier caso, la expresión «vida real» parece quedar en este contexto bastante lejos de sus usos académicos. Es sorprendente la idea de que los coches están más «vivos» que, digamos, los centauros o los dragones; que sean más «reales», pongamos por caso, que los caballos es algo patéticamente absurdo. ¡Qué real, qué sorprendentemente viva es la chimenea de una fábrica comparada con un olmo, ese pobre objeto caduco, sueño banal de un visionario!
A mí en particular me resulta inconcebible que el techo de la estación de Betchley sea más «real» que las nubes. Y como artefacto, lo encuentro menos inspirador que la legendaria cúpula del firmamento. La pasarela que lleva al andén 4 despierta en mí menos interés que Bifröst ['arco iris'] guardado por Heimdall con su Gjallarhorn. No puedo apartar de lo que aún queda de indómito en mi corazón el interrogante de si los ingenieros del ferrocarril, de haber sido educados con un poco más de fantasía, no habrían sido capaces de mejores logros con los abundantes medios que por lo general poseen. Imagino que los cuentos de hadas serían mejores humanistas que el universitario al que antes he aludido (...)"
"Lothorien", ilustración de Tim y Greg  Hildebrant
 
No sé que pensaría el escritor inglés sobre La Guerra de las Galaxias. Presumo que el sonido de las espadas láser y el frenesí de las aeronaves surcando el cielo no sería muy de su agrado. Sin embargo,  creo que sabría apreciar las bondades de una narración que, por un rato, nos aleja (o aleja a quien le guste)  de esta vida real tan llena de urgencias  irreales. Como dijo Francisco Giner de los Ríos: "nada es tan necesario como lo completamente inútil".  Creo que dedicar tiempo a leer, a ver una película,  a bailar, a pasear por la montaña y observar y disfrutar de la naturaleza es algo que nos restituye la verdadera realidad, ésa que el  ritmo de vida actual a menudo nos roba de mil y una maneras distintas, un ratito más cada día que pasa. Yo ya no quiero ser tan eficiente ni estar tan enterada de lo que ocurre por el mundo. Pienso que las noticias en cadena sobre los horrores que suceden a diario terminan por insensibilizarnos. Necesito escapar de eso para volver a sentir asombro y compasión.

"Bilbo at Rivendell",  ilustración de Tim y Greg  Hildebrant
Si yo fuera un hobbit diría que hay que proteger la Comarca. Pensándolo bien, lo digo igualmente: hay que proteger nuestra Comarca, nuestro tiempo libre, nuestro tiempo  de vagabundeo. Nuestro aburrimiento, nuestros sentimientos y emociones genuinas. Estamos tan informados, ocupados y zarandeados. Tenemos Facebook, Twitter, Whatsapp, las retransmisiones especiales en la televisión, la "suerte" de poder terminar en casa el trabajo del día, las tiendas abiertas en domingo, las aglomeraciones...Este Dragon Khan funciona las 24 horas, no hay quien lo pare . 

Por eso me gusta que G. esté ilusionado por acudir al estreno de una película y se haya preparado para ello como si todavía fuera un niño. Y por eso me gustan las ilustraciones de los hermanos Hildebrant, hechas con evidente mimo y cariño por los personajes. En eso no entra la urgencia ni la improvisación, sino la paciencia. Entra el voy a tomarme mi tiempo y al que no le guste que se espere. Entra la fantasía, de la que hablaba Tolkien en su escrito, y el deseo de hacer reales los momentos y las cosas bellas que imaginamos.
 
"El primer paso para ser libres es darnos cuenta de lo que nos encadena  

domingo, 6 de diciembre de 2015

Si puede ser...

Collage realizado por Wislawa Szymborska (1994)
 
POSIBILIDADES
 
Prefiero el cine.
Prefiero los gatos.
Prefiero los robles a orillas del Warta.
Prefiero Dickens a Dostoievski.
Prefiero que me guste la gente
a amar a la humanidad.
Prefiero tener a la mano hilo y aguja.
Prefiero no afirmar
que la razón es la culpable de todo.
Prefiero las excepciones.
Prefiero salir antes.
Prefiero hablar de otra cosa con los médicos.
Prefiero las viejas ilustraciones a rayas.
Prefiero lo ridículo de escribir poemas
a lo ridículo de no escribirlos.
Prefiero en el amor los aniversarios no exactos
que se celebran todos los días.
Prefiero a los moralistas
que no me prometen nada.
Prefiero la bondad astuta que la demasiado crédula.
Prefiero la tierra vestida de civil.
Prefiero los países conquistados a los conquistadores.
Prefiero tener reservas.
Prefiero el infierno del caos al infierno del orden.
Prefiero los cuentos de Grimm a las primeras planas
del periódico.
Prefiero las hojas sin flores a la flor sin hojas.
Prefiero los perros con la cola sin cortar.
Prefiero los ojos claros porque los tengo oscuros.
Prefiero los cajones.
Prefiero muchas cosas que aquí no he mencionado
a muchas otras tampoco mencionadas.
Prefiero el cero solo
al que hace cola en una cifra.
Prefiero el tiempo insectil al estelar.
Prefiero tocar madera.
Prefiero no preguntar cuánto me queda y cuándo.
Prefiero tomar en cuenta incluso la posibilidad
de que el ser tiene su razón.
de  Gente en el puente,  1986 
Traducción de Gerardo Beltrán

martes, 1 de diciembre de 2015

Arte sano

Fuente: José Noya Ilustraciones / josenoya.blogspot.com.ar
Por estas fechas, como ya sabéis, me gusta dedicar una entrada a la artesanía. Estoy en contra del consumo masivo y "obligatorio" de las fiestas navideñas, pero, ya que parece ser inevitable, prefiero que sean los artesanos los que se beneficien de ello. Detrás de su trabajo hay un oficio, un conocimiento de los materiales,  ensayos, errores y aciertos, tiempo invertido y creatividad. Y, además, y en eso su trabajo es distinto del de la mayoría de las grandes empresas multinacionales, hay respeto por lo humano. Porque las personas no podemos producir a un ritmo industrial,  nuestro cuerpo no es una máquina (o, si lo es, es una máquina viva que necesita descanso, alimento adecuado y un salario suficiente que retribuya sus esfuerzos). Y todo eso por no hablar de la naturaleza, a la que no le damos tregua ninguna a fuerza de producir baratijas a destajo.   

Broches de Ovejita Be!
Para no desviarme  demasiado de los temas que habitualmente trato en el blog, este año he elegido recomendaros piezas que podrían sin dificultad aparecer en un cuento de hadas. En primer lugar, claro, personajes. Después, objetos: los que necesita el protagonista para lograr sus fines y los que obtiene, en el desenlace, como recompensa y emblema de su nuevo status.

Los personajes de los cuentos más famosos no necesitan presentación. Todos sabemos quién es Caperucita,  Alicia, la Sirenita. Sabemos qué les pasó aunque hayamos olvidado los detalles de su peripecia. Pero si además de conocer su historia nos apetece llevarlos siempre con nosotros, una buena opción es hacernos con un broche, un llavero o unos pendientes de los que diseñan y cosen los chicos de Ovejita Be!. También se les pueden pedir "personajillos" por encargo, muñecos diminutos para esos momentos en que la fuerza personal no basta y necesitamos un amuleto o una pequeña inspiración. 

Títeres de mano de Bufallums

Claro que si tenéis niños cerca y queréis que los cuentos que les contáis no se terminen nunca del todo sino que sigan enriqueciéndose con nuevos episodios y diálogos, un buen regalo son, sin duda, los títeres. Hace unos meses, paseando por el barrio de Gracia, en Barcelona, descubrí los que construyen con pasta de papel, cartón reciclado  y tela las artesanas del taller Bufallums (aquí, en catalán, podéis ver cómo trabajan).  Como no se utilizan moldes en su elaboración, cada una de estas  marionetas (las hay de dedo o de mano) es única, todas entrañables y  expresivas. Se pueden comprar por separado o juntos, en grupo,  todos los personajes de un mismo cuento.     

Zapatitos de bebé de Txell Lagresa




Por otra parte, en los cuentos tradicionales encontramos una serie de elementos que se repiten a menudo por su simbolismo inherente. Los zapatos, por ejemplo. Recordemos a Cenicienta,  pero también a la pobre bailarina de Las zapatillas rojas; los zapatos de hierro que deben gastar los personajes que inician un peregrinaje antes de alcanzar su objetivo o las botas de siete leguas de Pulgarcito. En cualquier caso, tanto en los cuentos como en la vida, lo más importante siempre es dar el primer paso. Y precisamente para dar esos primeros pasos sirven los graciosos zapatos que confecciona Txell Lagresa. Todos tienen un corazón en la suela, un buen recordatorio de la importancia de caminar y hacer las cosas con amor. 


 Lámparas Pallet de Reez
 









Y algo  que tampoco es extraño encontrar en los cuentos de hadas son los pozos mágicos, las varitas o las lámparas que conceden deseos. Todos andamos un poco faltos de eso, ¿no?. Las lámparas de Celina Re y Juan López (Reez) no digo yo que nos puedan proporcionar cualquier cosa, pero sí una luz cálida, un diseño bonito y el plus de saber que estamos dando  nueva vida a objetos desechados. Además, Reez son creadores de todo tipo de piezas de vidrio capaces (doy fe ) de sobrevivir a las caidas más aparatosas.

Anillo de Valeria Fast Jewelry
Por ultimo,  vamos a imaginar que todo sale bien, que, al final, comemos perdices  (o  su equivalente  vegetariano) y nos convertimos en reyes, en soberanos de nosotros mismos y merecedores de la corona. Bueno, igual una corona es demasiado. Pero ¿qué tal una joya que pueda recordarnos que el esfuerzo ha valido la pena?  En este sentido, me han gustado mucho los colgantes, pendientes y sortijas de  Valeria Fast Jewelry. Son discretos, minimalistas, pero con la elegancia y el misterio de un objeto encantado.
 
Por supuesto, esto es solo una pequeña selección de los cosas que yo regalaría o he regalado en alguna ocasión. En los enlaces encontraréis más piezas bonitas que se pueden comprar online o en el taller de los artesanos. Además, si hacéis una visita virtual al Fantastic Handmade Market, o  si el fin de semana del 12 y 13 de diciembre estáis en Barcelona y os acercáis al  vestíbulo  del edificio histórico de la UB,  podréis encontrar más tesoros.  

PD: Aprovecho para informaros de que sigue en marcha la iniciativa La manta de la vida en algunas comunidades (si no la conocéis, aquí podéis ver en qué consiste). Próximamente se realizarán nuevos envíos a Siria de mantas y otro tipo de ayuda humanitaria, así que hay todavía tiempo de tejer mantas o algunos cuadraditos de las mismas o de regalar ovillos a las tejedoras. Aquí os dejo un vídeo sobre como fue una de las numerosas entregas para el primer envío:
 
 

jueves, 26 de noviembre de 2015

Wild thing

Portada de Salvaje de Emily Hughes (Libros del Zorro Rojo, 2014)

No se puede domar algo tan felizmente salvaje”. De esta manera termina el cuento del que quiero hablaros hoy. Es un spoiler muy grande, lo sé, pero se ve venir desde el principio. Todos lo sabemos: no se puede obviar eso que nos hace salvajemente felices. Podemos distraernos, desviarnos del camino, ceder a la presión, caer en la rutina...pero...pero, un día, o un rato de cada día, o un rato de vez en cuando, volvemos a conectar con esa porción de nosotros que es puro cuerpo y alegría. A mí me pasa, por ejemplo, cuando bailo. Deben de ser las endorfinas, pero se parece mucho a regresar a la parte buena de la infancia.

Salvaje (Libros del Zorro Rojo, 2014) es la primera obra de la joven autora hawaiana Emily Hughes; aunque, por sus ilustraciones y argumento, se diría un libro añejo, un libro un poco hippie publicado en los 60. No es una historia completamente nueva porque, en cierto modo, su planteamiento es similar a El libro de la selva; recuerda a Pigmalión en su progresión y a Tarzán de los monos en el desenlace, pero tiene mucho encanto. De hecho, en julio pasado fue galardonado con el que premio que el Gremi de Llibreters de Catalunya concede al mejor álbum ilustrado del año

Salvaje está recomendado para niños a partir de cinco años. Yo se lo recetaría también a todos los adultos que andan un poco apáticos y abrumados por las obligaciones. A los que, como le ocurre a la protagonista, llega un día en que se hartan. Es bueno recordar que lo salvaje  nos espera con los brazos abiertos.

Por otra parte, ésta es también una lectura aconsejable para reflexionar sobre cómo se siente alguien que no encaja en los estereotipos sociales, alguien "insoportable", alguien que hace cosas que alteran el orden y no acepta ninguna imposición. ¿Es eso positivo o negativo? ¿Podemos confiar en los procesos internos de esa persona o es mejor intervenir?. Surgidas en torno al relato y a las sugestivas imágenes que lo acompañan, aquí encontraréis algunas ideas interesantes al respecto. Y también, a propósito de esto, os enlazo la carta que una maestra canadiense dirigió a los padres de sus alumnos para hablarles de "ese chico" asalvajado que podía perjudicar al resto del grupo con su comportamiento. Es un tema que da para mucho.
 
Ilustración de Emily Hughes para Salvaje
 
PD: Para antes, durante y/o después de la lectura os enlazo Society, una de las canciones que Eddie Vedder interpretó para la película Hacia rutas salvajes (Into the wild) -Sean Penn, 2007-. Creo que puede añadir algunos matices.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Día Mundial de los Bosques Autóctonos

Pintura de Susana Ragel

"Porque el bosque era el lugar al que me gustaba escapar en mi niñez y durante mi adolescencia; aquél era mi lugar. Allí aprendí que la oscuridad brilla, más aún, resplandece; que los vuelos de los pájaros escriben en el aire antiquísimas palabras, de donde han brotado todos los libros del mundo; que existen rumores y sonidos totalmente desconocidos por los humanos, que existe el canto del bosque entero, donde residen infinidad de historias que jamás se han escrito y acaso nunca se escribirán.  
Todas esas voces, esas palabras, sin oírse se conocen, en el balanceo de las altas ramas, en la profundidad de las raíces que buscan el corazón del mundo. Allí presentí y descubrí, minuto a minuto, la existencia de innumerables vidas invisibles, el rumor de sus secretos comunicándose de hoja en hoja, de tallo en tallo, de gota en gota de rocío, conducidos a través del bosque por los diminutos habitantes de la hierba (...)".
 De En el bosque: defensa de la fantasía (Discurso de entrada en la Academia de la Lengua de Ana María Matute).

PD: Para obtener información sobre el Día Mundial de los Bosques Autóctonos, véase aquí y/o escúchese esto

martes, 17 de noviembre de 2015

Girar

 
"A partir de Estambul, el señor Ibrahim habló menos. Se emocionaba.
Dentro de poco vamos a llegar al mar de donde yo soy.
Cada día quería que viajáramos un poco más despacio. Había que saborearlo todo. Tenía miedo, también.
¿Y dónde está ese mar de donde es usted, señor Ibrahim? Enséñemelo en el mapa.
¡Ay! No me atosigues con los mapas, Momó. ¡Aquí no estamos en el instituto!
Nos paramos en un pueblo de montaña.
Estoy feliz, Momó. Estás conmigo y sé lo que pone en mi Corán. Ahora te quiero llevar a bailar.
¿A bailar, señor Ibrahim?
— Ven, vamos al tekké.
¿Al qué?

—¡Vaya discoteca más rara! —exclamé al atravesar el umbral.
Un tekké no es una discoteca, es un monasterio. Momó, pon ahí los zapatos.
Y ahí fue donde vi, por primera vez, a hombres haciendo el giro derviche. Los derviches llevaban unas grandes túnicas pálidas, pesadas, amplias. Al resonar de un tambor, los monjes se convirtieron en peonzas.
 
— ¿Ves, Momó? Giran sobre sí mismos, giran en torno a su corazón, que es el lugar de la presencia de Dios. Es como una oración.
— ¿A eso le llama una oración usted?
— Pues claro, Momó. Pierden toda referencia terrenal, ese lastre al que llamamos equilibrio, y se convierten en unas antorchas que se consumen en un gran fuego. Pruébalo, Momó. Sígueme. 
 
Y el señor Ibrahim y yo nos pusimos a girar. 
 
Durante los primeros giros pensé: Soy feliz con el señor Ibrahim. Después, pensé: Ya no le tengo rencor a mi padre por haberse marchado. Al final, incluso llegué a pensar: Después de todo, mi madre no tenia mucho donde escoger cuando...
 
— ¿Qué tal, Momó, has sentido cosas bonitas?
— ¡Sí, era increíble! Me estaba vaciando de odio. Si los tambores no hubieran parado, quizá me habría ocupado del caso de mi madre. Ha molado mazo rezar así, señor Ibrahim, aunque habría preferido rezar con las zapatillas puestas. Cuanto más pesado se vuelve tu cuerpo, más ligera se vuelve la mente. 
 
A partir de ese día nos empezamos a parar con frecuencia para bailar en tekkés que conocía el señor Ibrahim. A veces él no giraba, se contentaba con tomarse un té y fruncir los ojos, pero yo giraba como un poseso. No, de hecho, giraba para estar un poco menos poseso de mi rabia (...). 
 
Y desde entonces, incluso hoy en día, cuando las cosas no van bien, hago el giro. Giro una mano hacia el cielo, y giro. Giro una mano hacia la tierra y giro. EI cielo gira por encima de mí. La tierra gira por debajo de mí. Yo ya no soy yo mismo sino uno de esos átomos que giran alrededor del vacío que es todo (...)".

Fragmento de Eric-Emmanuel Schmitt, El señor Ibrahim y las flores del Corán, Ediciones Obelisco, 2004 (3ª ed.). 

 
 

viernes, 6 de noviembre de 2015

Ante todo, mucha calma

Ilustración de Cristiana Cerretti para Ascolto, guardo de Cosetta Zanotti (Edizioni Lapis, 2009).
 
Hoy voy a hablaros de un álbum ilustrado (llamarlo cuento es dudoso, pues no hay conflicto) que me regalé hace unos meses y que creo que puede ayudar a sortear, o al menos a sobrellevar, esa espiral de frenesí por hacer en la que andamos metidos demasiado a menudo. En su versión en castellano se titula Escucho, miro y fue editado por Sleepyslaps en el 2011.
Del texto, de Cosetta Zanotti, no puedo decir que sea original; pero, de hecho, una de sus virtudes es la de ser capaz de conmovernos a pesar de que casi podemos adivinar, palabra por palabra, lo que sigue. Y es que, cuando nos detenemos y vivimos uno de esos raros momentos de presencia en el ahora, lo más lo obvio -el soplido del viento, las lejanas estrellas o un sentimiento que emerge si se lo permitimos-, puede ser extraordinario.
Al servicio del texto, complementándolo magníficamente, las ilustraciones de Cristiana Cerretti nos transportan a un lugar sin anécdota, sin  apenas detalles de fondo. Formas onduladas, como si una brisa pasara por ellas, y unos pocos motivos en rojo, nada más; todo muy sencillo y casi transparente.
El libro está  destinado a lectores/oyentes a partir de cinco años y pienso que puede servir como introducción a textos más propiamente narrativos, porque contribuye a crear un estado mental de calma y atención. Con Escucho, miro entramos de puntillas en otro mundo, el ruido y la vorágine  se quedan afuera, que ya toca. 

Ilustración de Cristiana Cerretti para Ascolto, guardo de Cosetta Zanotti  (Edizioni Lapis, 2009).

sábado, 31 de octubre de 2015

La niña de la sábana

Reconozco que siento algo de impaciencia por ver qué traerán el martes mis alumnos a clase. La última hora del viernes la pasamos evocando escenarios terroríficos  y personajes y situaciones de pesadilla. Ellos saben de eso mucho más que yo: vampiros sedientos,  payasos asesinos y Frank Estein (sic) son viejos conocidos. Ahora, tras esa lluvia de ideas macabra, les toca a ellos escribir una historia que no me deje dormir. O, como mínimo, que haga que me vaya a la cama pensado que este trabajo, de vez en cuando, vale la pena.
Os dejo con un vídeo en el que la escritora y cuentacuentos Paula Carballeira muestra con pericia lo que es un buen planteamiento, un nudo apretado y un deslenlace no por esperado menos contundente. ¡Que os desveléis bien, meniños!

sábado, 24 de octubre de 2015

La habitación del tesoro


Ilustración de  Katerina K. Shtanko para el cuento de los hermanos Grimm "Belyanochka and Rosettes" (Veselka Publishers,1983)
 "Nada de lo que ocurre en un cuento popular es gratuito o superfluo. Contra lo que pueda parecer, todo en él tiene un sentido, más o menos oculto, más o menos evolucionado a partir de antiguas creencias, ritos, costumbres, a través de los cuales la humanidad se ha forjado a sí misma, dejando en la tradición oral el testimonio de un camino quizás demasiado largo para lo poco que lo estimamos.

Hábilmente engarzados en esos relatos, tan simbólicos que  ya ni siquiera lo parecen, llegan hasta hoy multitud de mensajes cifrados. Algunos desde ese fondo de los tiempos que venimos llamando la Proto-Historia. Otros, desde el fondo de nosotros mismos; lo cual, bien mirado, no es sino una variante de lo anterior. En todo caso, lo único que en realidad puede hacerse con los cuentos populares es intentar descifrarlos.
Para ello existen dos procedimientos. A uno lo llamaremos el natural y a otro el científico. El procedimiento natural consiste simplemente en escuchar-aprender-repetir, cuantas más veces mejor, obteniendo de los cuentos la secreta sustancia de que son portadores (...)".
                                                                         

Me desagrada el calificativo "con valores"que se le añade últimamente a algunas colecciones de cuentos ¿Es que, acaso, existen "cuentos sin valores"? ¿Cuentos que no transmiten nada o, todavía peor, que transmiten algo que no interesa? Porque da la impresión de que quienes pretenden que hay unos cuentos "con valores", suponen que el resto, lo anterior, son naderías pasadas de moda, llenas de barbaridades y mensajes reaccionarios.

Yo creo que es cierto que, en los cuentos tradicionales, en sus versiones más antiguas, abundan pasajes de una crudeza tremenda (hay orfandad, abandono, noches muy oscuras, desmembramientos y hasta canibalismo), pero los finales son felices y  no es por casualidad. Porque en esas historias el mal paga, las dificultades se superan; hay autorrealización y reconciliación de los opuestos.

La verdad es que en la vida  es fácil perderse en el bosque (hay muchos tipos de bosque y muchas formas de perderse), y, como les sucede  a los personajes de los cuentos populares, más pronto o más tarde  todos aprendemos que ser demasiado ingenuo, o demasiado ambicioso, o demasiado presumido puede ser un problema. ¿No es ésa, acaso, una información muy provechosa? En los cuentos maravillosos se nos explica que hay que ser amable cuando alguien solicita nuestra ayuda y resuelto contra ogros, lobos y dragones de toda índole. También se nos dice que nuestros actos tienen consecuencias y la perseverancia cosecha su recompensa. Así que en esas historias hay esperanza y, si las estudiamos a fondo (o incluso sólo con leerlas o escucharlas) podemos encontrar un mapa, una guía a seguir para salir del laberinto.

Hace años tuve un sueño que nunca he olvidado. Soñé que estaba en una casa donde pasé muchos fines de semana y veranos en mi infancia. Es una casa enorme, antigua, llena de escaleras y rincones en penumbra. Aunque llevo lustros sin pisarla, es uno de los lugares que más frecuento en sueños. Soñé que entraba en una de las estancias y allí todo parecía armonioso, iluminado por una luz blanca muy brillante. Había montones de libros y algo así como ángeles trabajando sin prisas en crear juguetes y pequeños objetos y en escribir narraciones maravillosas que sucedían al mismo tiempo que se contaban. En ese taller fantástico revolví dentro de los baúles, me probé ropa preciosa y escuché cuentos que podía encarnar y vivir. Luego, alguien me acompaño a la puerta, me despidió con afecto pero no me dejó llevarme nada, ni siquiera un libro de tapas doradas que me encantaba y no había podido terminar, ni siquiera una horquilla para el pelo. Me desperté contenta y triste porque había encontrado “la habitación del tesoro”, pero había salido de allí con las manos vacías.

Bastante tiempo después, empecé mi formación en cuentoterapia y, un día, cuando entraba en la sala donde tenía lugar uno de los cursos, vi a mis compañeros, a mis profesores, los montones de libros desparramados por el suelo, oí la música sonando (siempre llego tarde)...Y, bueno, no sé, no tengo ni idea de cómo lo he hecho, pero sentí que había vuelto a encontrar “la habitación del tesoro”. Y, además, aquella vez, y todas las que han seguido, he regresado “a la realidad” siempre con algo, un objeto, sí, y también un cuento con (casi) todos sus secretos desvelados.

Lo que quiero decir es que, cuando me siento perdida, asustada o, simplemente, harta, ahora sé a dónde acudir para encontrar algún alivio. Leo un cuento o lo escucho; siento, pienso, busco las claves. Recuerdo “la habitación del tesoro” y me imagino allí. ¿Podría un cuento sin valores lograr trasladarnos a ese lugar tan puro donde las cosas se ordenan y cobran sentido?.

PD: Os enlazo un vídeo de Ana Mª Matute y Antonio Rodríguez Almodóvar charlando de sus cosas. Es una maravilla. Estos dos salieron de la habitación del tesoro con un saco cargadísimo.


domingo, 4 de octubre de 2015

Cuento con dibujos


Ilustración para  Háblame de Marco Berrettoni Carrara (Autor), Chiara Carrer (Iltr.), Ed. Kalandraka, 2010.

"El álbum ilustrado es para mí un poseedor de misterio, sorpresa, emoción y sentimiento. Es un acto de valor contra la velocidad, para ir despacio, observar y escuchar nuestro mundo interior". 
Chiara Carrer