¿Qué
pasaría si todo lo que deseamos pudiera ser nuestro con la sola
fuerza del pensamiento? ¿Qué sería de nosotros si nunca nadie ni
nada nos enseñara a renunciar, a ceder, a pactar, a esforzarnos más
o a esforzarnos menos y conformarnos con lo que hay? ¿Nos haría eso
más creativos, más empáticos y más felices?
Ilustración de Fritz Baumgarten para Frau Holle (1938) |
El otro día, una amiga colgó en su muro de Facebook la siguiente reflexión de José Mújica, el ex-presidente de Uruguay: “Antes los hijos respetaban a los padres, ahora parece que los padres respetan a los hijos como si fuera la obligación de complacerlos en todo. Es verdad que tiene uno la obligación de educarlos, mandarlos a la escuela, enseñarles valores, el respeto hacia los demás seres en general. Enséñenlos a trabajar, a ganarse las cosas y lo que cuesta el obtenerlas. Si educas a tus hijos como hijos de pobres, los enriquecerás. Pero si crías a tus hijos como hijos de ricos, los estarás empobreciendo.”
Me
pareció una idea muy sensata, aunque contradiga la sarta de
libros de autoayuda que nos hacen sentir mejor a ratos asegurándonos
que todo está a nuestro alcance si somos capaces de visualizar
correctamente lo que queremos y de dar los pasos místicos y
esotéricos apropiados. La realidad es que no podemos “ganar
un millón de dólares”
ni recuperar el amor perdido encendiendo barritas de incienso por
toda la casa. Y está bien así. Al menos, eso es lo que los cuentos
de hadas, en sus versiones genuinas, llevan cientos de años enseñándonos:
"La concesión de deseos es parte fundamental de la magia y en los cuentos de hadas hay pozos, fuentes, árboles, ropas, anillos, espadas, varitas mágicas, flautas, campanas, lámparas, velas, cajas y monederos que los conceden, la mayoría de ellos con alguna relación mitológica, como el casco de Plutón, el sombrero de Wotan y el monedero de Fortuna. El más importante de todos ellos a la hora de conceder deseos y hacer transformaciones es la varita mágica. Es el atributo de todos los magos y la gran transmisora de fuerza sobrenatural. El deseo tiene también connotaciones religiosas desde el momento en que acepta la eficacia de la plegaria. A un mago poderoso, un hada o una bruja les basta con desear una situación para que ésta se produzca y, cuando la magia es verdaderamente poderosa, puede transportar a las personas a sitios distantes sin su conocimiento o contra su voluntad, y traerlas a la presencia del mago o transformarlas bajo cualquier disfraz. Al tener relación directa con la magia, la concesión de los deseos encierra siempre algún peligro y ha de hacerse con suma discreción: los cuentos de hadas están llenos de ejemplos en los que un deseo absurdo ha producido un desastre o provocado una situación ridícula.
Hay una base moral que evita la petición de deseos egoístas que intenten moldear las cosas según nuestros caprichos infantiles o conveniencias personales, en vez de tener en cuenta las necesidades de los demás, las leyes de la naturaleza o la aceptación de las cosas tal como son. Esta actitud la censuró Thomas Traherne al decir: "Nunca disfrutarás del mundo plenamente hasta que consideres todo lo que hay en él tan tuyo que no puedas desearlo de otra forma".
J.C. Cooper, Cuentos de hadas: Alegorías de los Mundos Internos, Ed.Sirio (2004 -3ª edición-), pág.89-90.
Ilustración de Fritz Baumgarten para Frau Holle (1938) |
A
este respecto, hay un cuento de los recogidos por los hermanos Grimm
que me gusta mucho: Frau Holle (Madre Nieve, en
castellano). Frau Holle fue el primer cuento sobre el que
decidí trabajar por mi cuenta cuando inicié mi formación en
cuentoterapia. Me llamó la atención de inmediato, aunque contiene
muchos elementos que también están presentes en otras narraciones
populares (la madrastra, las diferentes conductas de las dos hermanas
que, obviamente, cosechan resultados distintos; el pasaje del mundo
real a otro donde operan fuerzas mágicas, la figura de una
anciana bondadosa a pesar de su aspecto desagradable, etc.). Entiendo
que el cuento alberga múltiples símbolos y varios significados.
Entiendo que, sobre todo, contiene información sobre el proceso de
maduración de una persona que se adentra en las profundidades de sí
mismo y trabaja (o no) para mejorarse.
Pero,
por hoy, mientras lo releo, me quedo con la idea de que si queremos
“cubrirnos de oro”, es preferible no ir mucho más allá
del momento presente, atendiendo las tareas cotidianas según se van
presentando, sin obsesionarnos con el beneficio que, a largo plazo,
puede reportarnos nuestro esfuerzo. Hacer lo que haya que hacer, por humilde y poco estimulante que parezca, y no dar por sentado que nos lo merecemos todo porque sí.
PD: Mientras buscaba información para escribir esta entrada, encontré este vídeo sobre una compañía de teatro infantil que busca financiación para un proyecto basado en el texto de "Madre Nieve". Me pareció muy interesante y por eso lo comparto, aunque no he podido localizar nada más sobre ellos en la red. Ojalá vean su sueño cumplido algun día.
Exquisito..... Tenemos que recuperar los autenticos valores de nuestros cuentos y no las falsas apariencias... hacer uno lo que puede en el dia a dia. Felicidades
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Lorenzo. Viniendo de ti -con lo que tú sabes sobre educación, sobre cuentos y sobre magia-, es doble alegria.
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