Pintura de Julie-Ann Bowden (imagen extraída de aquí )
Vietnam
Mujer, ¿cómo te llamas? -No sé.
¿Cuándo naciste, de dónde eres? -No sé.
¿Por qué cavaste esta madriguera? -No sé.
¿Desde cuándo te escondes? -No sé.
¿Por qué me mordiste el dedo cordial? -No sé.
¿Sabes que no te vamos a hacer nada? -No sé.
¿A favor de quién estás? -No sé.
Estamos en guerra, tienes que elegir. -No sé.
¿Existe todavía tu aldea? -No sé.
¿Éstos son tus hijos? -Sí.
Mil alegrías, un encanto (Sto pociech, 1967)
Versión de Gerardo Beltrán
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Tres veces Miranfú
Blog personal sobre LIJ, álbumes ilustrados, experiencias lectoras y experimentos con las palabras.
domingo, 7 de mayo de 2017
Vietnam
sábado, 25 de marzo de 2017
Día internacional de leer a Tolkien
Ilustración de Tim y Greg Hildebrant para la portada de Biography of J. R. R. Tolkien, Architect of Middle-Earth de Daniel Grotta-Kurska (1976). "Ancho, alto y profundo es el reino de los cuentos de hadas y lleno todo él de cosas diversas: hay allí toda suerte de bestias y pájaros; mares sin riberas e incontables estrellas; belleza que embelesa y un peligro siempre presente; la alegría, lo mismo que la tristeza, son afiladas como espadas. Tal vez un hombre pueda sentirse dichoso de haber vagado por ese reino, pero su misma plenitud y condición arcana atan la lengua del viajero que desee describirlo. Y mientras está en él le resulta peligroso hacer demasiadas preguntas, no vaya a ser que las puertas se cierren y desaparezcan las llaves (...)". J. R. R. Tolkien |
martes, 17 de enero de 2017
Sumuz
Ilustración de Lisa Graa Jensen "Hubo un tiempo en el que trabajé en Jerusalén y viajé a un lado y otro de las confusas fronteras que separan Palestina de Israel. Fue allí donde descubrí la palabra árabe que resume el tiempo del árbol en invierno y en el que acumular fuerzas aferrándose a lo más básico para salir adelante. La palabra es sumuz y la repiten las madres palestinas cuando la guerra se hace demasiado atroz, cuando detienen a sus hijos, cuando los soldados entran en sus casas en la noche, cierran las fronteras y no hay forma de salir de allí ni de trabajar o encontrar algo con lo que alimentar su esperanza. Sumuz va más allá de la pura resistencia; sumuz es el compromiso de mantener vivo el calor interno, encontrar excusas para reírse a carcajadas, mantener la mente firme y el corazón despierto mientras los pies están bien anclados a la vida; practicar el sumuz es nutrirte en tiempo de crisis con todos los recursos del alma, del cuerpo y del entorno que te fortalecen mientras te preparas para el momento en que tendrás que afrontar la llegada de los soldados o la soledad en el bosque o el juicio por la custodia de tus hijos; el momento más frío del invierno que siempre precede al estallido de la primavera (...)". Elena GARCÍA QUEVEDO, La tejedora de vidas. Cuentos para sanar el alma femenina. Ed. Eleftheria, 2015, pág. 108. |
domingo, 2 de octubre de 2016
Es lo que pasa
Bridgette Guerzon Mills, "Flight"A VECES, EN OCTUBRE, ES LO QUE PASA...Cuando nada sucede, y el verano se ha ido, y las hojas comienzan a caer de los árboles, y el frío oxida el borde de los ríos y hace más lento el curso de las aguas; cuando el cielo parece un mar violento, y los pájaros cambian de paisaje, y las palabras se oyen cada vez más lejanas, como susurros que dispersa el viento; entonces, ya se sabe, es lo que pasa: esas hojas, los pájaros, las nubes, las palabras dispersas y los ríos, nos llenan de inquietud súbitamente y de desesperanza. No busquéis el motivo en vuestros corazones. Tan sólo es lo que dije: lo que pasa. Ángel González |
viernes, 2 de septiembre de 2016
Una historia verdadera
En un día como hoy, de finales de verano, pasó -o podría haber pasado- algo que vale la pena recordar. Claro que existen versiones que difieren incluso en lo más importante; en una de ellas se afirma, por ejemplo, que las mujeres preferimos las joyas a cualquier otra cosa. Pero son habladurías a las que no hay que hacer ni caso. La historia verdadera es como sigue:
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viernes, 24 de junio de 2016
Si te dicen que caí
Hace unos meses anuncié que había dejado de fumar.
Me duró unas semanas el intento, hasta que un contratiempo me sacó
de mis casillas (eran unas casillas pequeñitas) y caí de nuevo en
las garras de los vendedores de humo. Luego, hace ahora 27 días,
decidí no irme más a por tabaco, no abandonarme más a mí misma y
a ver qué tal (por cierto, esto es algo que todos los fumadores
deberían saber: se pueden hacer tantos intentos como se quiera, no
es como un concurso de la tele. De hecho es al revés: sólo quedas
eliminado si no lo intentas).
La verdad es que no es fácil. Tampoco dificilísimo.
Se parece mucho a subir una montaña avanzando por una arista. A cada
paso, puede que te caigas; pero también puede que no pase nada y, de
ser así, cada vez estás más arriba y la vista es más bonita, los
pulmones se ensanchan, los músculos se fortalecen. Sólo que no
puedes pararte. Y a veces es agotador y a veces te despeñarías tú
sola para no tener que soportarlo. Pero se pasa.
Claro que, a medida que trascurren los días y la
fuerza del hábito va remitiendo, lo peor ya no es estar triste y
de mal humor; lo peor es no puedes hacer nada productivo con esos
sentimientos. Escribir, por ejemplo, el cielo está estrellado y
tiritan, azules, los astros a lo lejos....me parece ahora mismo una
proeza sólo al alcance de un fumador de puros empedernido. Todo lo
que implique un mínimo de concentración y de situarme en las
acostumbradas rutinas de escritura es $%&/*Ç!!! ¡Un paso de
montaña muy difícil!
En uno de esos foros de internet que ahora visito
para reafirmarme en mi decisión, leí un artículo ya antiguo
en el que Juan Marsé contaba que le costó mucho ponerse a escribir tras
dejar de fumar. Pasaron tres meses, un ciclo estacional completo,
antes de que fuera capaz de trabajar de nuevo. De sus palabras
deduzco que fue perseverante y se permitió a sí mismo esperar. La
mayoría no nos lo consentimos y recaemos en el vicio porque sentirnos
tan poco inspirados y ocurrentes nos resulta muy duro. Y eso a pesar
de que no somos Marsé y de que si no escribimos no hay un Pijoaparte
que nos eche en falta. Pero incluso un talento pequeñito, si no se
ejercita, causa un malestar grande. Un vacío.
Y esto me remite a uno de los libros que me compré
poco antes de acometer mi segundo intento de subir el Everest. Se
titula Vacío, precisamente, y es de la omnipresente
Anna Llenas (conste que no me molesta ver su obra en todas partes, al
contrario; pero me temo que no entiendo por qué unos autores buenos
tienen mayor predicamento que otros aproximadamente igual de buenos.
Si hay un editor en la sala que me lo explique).
Vacío (Barbara Fiore Editora, 2015)
describe lo que puede ocurrir cuándo tu mundo se derrumba; cuando
alguien o algo se va o se muere sin que tú estés preparado para
ello. En esa tesitura, puede que trates de llenar el vacío con
ilusiones y espejismos de cualquier índole. Vivimos en una sociedad
que nos provee abundantemente de productos, substancias, metas y
modelos con los tapar lo que sentimos y vivir distraidos. Pero, con
un poco de suerte disfrazada de crisis, puede que un día nos
desplomemos, hartos de todo, y, como hace la protagonista de este
cuento, empecemos a buscar la felicidad por donde se debe. Lo cierto
es que hay miles de cosas que nos entretienen y muchas de ellas,
además, nos esclavizan en mayor o menor medida. Cuando leí el libro
por primera vez fue como si alguien me dijera: el truco está en
sentirse libre y que, además, sea verdad.
Así que recomiendo la obra de Anna Llenas
para grandes y chicos. Para fumadores pasados, presentes y futuros
(¡no lo hagáis, chavales!), para comedores compulsivos y personas
desquiciadas en general. Si alguna vez te has sentido como un donut
con patas, éste es tu libro.
Y nada más. Me voy con mi mono a otra parte. Estoy tan
feliz ahora mismo de haber podido escribir todo esto.... En realidad,
si no me asomo mucho por aquí es que todo va bien y sigo escalando.
PD: Todas las ilustraciones de Vacío están tomadas de la web de Anna Llenas, donde podéis encontrar también una sección muy interesante de recursos gratuitos para trabajar el libro (descargables en PDF), para crear a partir de él y profundizar en el significado.
viernes, 13 de mayo de 2016
Un país de cuento
Pintura de Eva Armisén |
Hace ahora más o menos un año, estaba yo trabajando en un instituto en el que tuve la oportunidad de hacer algo que los profesores interinos no solemos poder hacer: fui de acompañante en el viaje de estudios de mis alumnos de 3º de ESO. Viajamos a un refugio en las montañas de Huesca, no muy lejos de Aínsa, un sitio que se llama Bujaruelo y que os recomiendo fervorosamente. Allí pasamos seis días haciendo excursiones, escalada, rafting, arborismo y rutas guiadas por el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Volví a casa pensando en cómo podía apañármelas para regresar ahí cuanto antes. Es un lugar precioso, verde, lleno de misterio y vitalidad. ¡Quería quedarme en el Pirineo un mes entero!.
Entonces uno de mis compañeros de trabajo me regaló un libro titulado Pirineo, un país de cuento (Editorial Pirineum, 2003) que había comprado en Jaca. Gracias a eso, en cierto modo, durante treinta días - porque el libro reúne treinta historias; una por cada día del mes, si te organizas-, volví a las montañas, a las calles empedradas de los pueblos y a la sensación de aventura, aunque sólo fuera por un rato diario antes de dormirme.
Y hace unos días, releí algunas partes del libro. Entre sus autores (es una antología) figuran escritores profesionales y también periodistas, maestros de escuela, antropólogos y apasionados del paisaje y el paisanaje de los Pirineos; personas que dedican su vida - o al menos una parte importante de ella- a la narración tradicional y al folklore de su tierra. Así pude respirar de nuevo (y ya van dos veces) el aire de los bosques de hayas donde vive el arrendajo, el cielo abierto y los prados de alta montaña donde nos cansamos de ver marmotas y caminamos sobre la nieve. Cuando no tienes mucho tiempo ni dinero, un cuento es siempre la mejor opción de viaje.
Y otra cosa que me pasó mientras leía de nuevo esas páginas es que me acordé de la cuentacuentos Sandra Araguás, que es también de Huesca, y de la entrevista que le hicieron en febrero de este año los alumnos del CEIP Foro Romano (adjunto el video aquí abajo). Sus respuestas informan de muchas cosas pero, para mí, tal vez la más importante sea la explicación de cómo encuentra ideas para sus narraciones. Según Sandra, algunas de ellas son "regalos" que le hacen a cambio de que siga contando a los niños esas historias que vienen del pasado (Araguás es compiladora, además de creadora). Yo a eso lo considero un buen trato. Que circulen los cuentos, que no se detengan, que, de una manera u otra, pasen de una generación a la siguiente.
Edvard Munch, el pintor expresionista, decía que la naturaleza no es sólo lo que vemos, sino que "muestra también las imágenes interiores del espíritu, las imágenes que se hallan atrás de la vista". Esa clase de naturaleza que emana y se percibe desde el interior es algo que podemos hallar en los cuentos de raíz; los que nos llegan desde ni se sabe cuándo, con su esencia intacta, aunque pulida y adornada por sutiles variaciones que han ido introduciendo a lo largo de los siglos los narradores que han mantenido vivo ese legado. Por esto, los relatos ligados a una tierra son también paisaje, gente y memoria. Un mapa del país y, en concreto, de esa región que no podemos ver (sólo) con los ojos.
Y otra cosa que me pasó mientras leía de nuevo esas páginas es que me acordé de la cuentacuentos Sandra Araguás, que es también de Huesca, y de la entrevista que le hicieron en febrero de este año los alumnos del CEIP Foro Romano (adjunto el video aquí abajo). Sus respuestas informan de muchas cosas pero, para mí, tal vez la más importante sea la explicación de cómo encuentra ideas para sus narraciones. Según Sandra, algunas de ellas son "regalos" que le hacen a cambio de que siga contando a los niños esas historias que vienen del pasado (Araguás es compiladora, además de creadora). Yo a eso lo considero un buen trato. Que circulen los cuentos, que no se detengan, que, de una manera u otra, pasen de una generación a la siguiente.
Edvard Munch, el pintor expresionista, decía que la naturaleza no es sólo lo que vemos, sino que "muestra también las imágenes interiores del espíritu, las imágenes que se hallan atrás de la vista". Esa clase de naturaleza que emana y se percibe desde el interior es algo que podemos hallar en los cuentos de raíz; los que nos llegan desde ni se sabe cuándo, con su esencia intacta, aunque pulida y adornada por sutiles variaciones que han ido introduciendo a lo largo de los siglos los narradores que han mantenido vivo ese legado. Por esto, los relatos ligados a una tierra son también paisaje, gente y memoria. Un mapa del país y, en concreto, de esa región que no podemos ver (sólo) con los ojos.
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