En el año 2000, la UNESCO proclamó el 21 de febrero como Día Internacional de la Lengua Materna. Se eligió esta fecha para conmemorar "las manifestaciones estudiantiles que tuvieron lugar en 1952 en Dhaka, capital del actual Bangladesh, y en las que varios participantes murieron en defensa de la lengua bangla para que se reconociera como uno de los dos idiomas oficiales del entonces Pakistán". En condiciones normales, no me parecería interesante mencionar este dato ni incluirlo en un post. Pero soy de Mallorca y profesora y por aquí llevamos una temporada terrible de retroceso en cuanto a política lingüística en el ámbito escolar.
No me voy a meter en el berenjenal de defender a unos u otros. En mi opinión, se ha entrado en una espiral de incomprensión mutua que resulta muy indigesta para los que, como yo, nos sentimos bilingües y consideramos que eso es algo que nos enriquece y enriquece nuestra vida. Madre no hay más que una, pero lenguas hay muchas y cuantas más mejor. Ya lo decía, con más gracia que yo, la escritora, recientemente fallecida, Joana Raspall:
(Traducción: - Cuando van a otro país, /¿cómo se entienden los pájaros?/ ¿Acaso cambian de lengua?/ -Se entienden ellos con ellos (entre ellos). /Nosotros, ¡menos mal que tenemos la escuela!/ y feliz el que ha aprendido/ junto a la lengua de nacimiento/ otra (más), o dos, o tres...).
Pues eso. ¿Por qué es tan complicado? ¿Por qué para sumar hay que restar? ¿Por qué tanto odio?. Que no cuenten conmigo ni para aplaudir declaraciones de políticos malintencionados e ignorantes, ni para engancharme banderitas en la ropa como si la educación fuera un partido de fútbol.
Y ya me he liado. Porque lo que yo quería contaros hoy es que hay un documental maravilloso, éste que os dejo más abajo, donde personas mayores, personas extraordinarias, relatan cuentos de nuestra tradición oral en sus respectivas lenguas maternas (castellano, gallego, catalán, euskera). Cuentos que, a veces, son el mismo cuento puesto que ese saber remoto formó parte durante siglos de nuestro imaginario colectivo -que es común porque todos somos humanos y a todos nos ocurren (y nos fascinan y nos enseñan y nos ayudan a crecer) las mismas cosas-. Como afirma José Mª Merino (un autor que, dicho sea de paso, me encanta): "El homo sapiens empezó a ser sapiens cuando empezó a contar ficciones. Empezó a entender el mundo a través de la ficción, inventando, por supuesto, historias fantásticas, maravillosas (...)".
En la página web de Naciones Unidas, en el espacio dedicado a este Día Internacional de la Lengua Materna, está escrito: "Las lenguas son los instrumentos más poderosos para preservar y desarrollar nuestro patrimonio cultural, tanto el tangible como el intangible. Todas las iniciativas dirigidas a difundir las lenguas maternas servirán no sólo para incentivar la diversidad lingüística y el multilingüismo, sino también para crear una mayor conciencia acerca de las tradiciones culturales en todo el mundo y promover la solidaridad basada en el entendimiento, la tolerancia y el diálogo".
Mirando "La memoria de los cuentos", una se pregunta qué será eso misterioso que nos separa y nos aisla y hace que nos sintamos enemigos. Serán las historias que nos contamos y nos cuentan, pero no los cuentos maravillosos, ni siquiera aunque los contemos en lenguas diferentes. Así que en este día, y en este contexto de falta de respeto por lo que nos une y por lo que nos distingue, me gustaría hacer un llamamiento para que sigamos contando cuentos, en el idioma que nos sea más querido, sea el que sea, porque, cuando todo ese ruido cese, la verdad profunda que hay en esas narraciones nos ayudará a entenderlo todo.
PD: “Quen conta un conto, acrescenta un ponto” es un dicho portugués que significa “Quien cuenta un cuento, tiende un puente".
Mirando "La memoria de los cuentos", una se pregunta qué será eso misterioso que nos separa y nos aisla y hace que nos sintamos enemigos. Serán las historias que nos contamos y nos cuentan, pero no los cuentos maravillosos, ni siquiera aunque los contemos en lenguas diferentes. Así que en este día, y en este contexto de falta de respeto por lo que nos une y por lo que nos distingue, me gustaría hacer un llamamiento para que sigamos contando cuentos, en el idioma que nos sea más querido, sea el que sea, porque, cuando todo ese ruido cese, la verdad profunda que hay en esas narraciones nos ayudará a entenderlo todo.
PD: “Quen conta un conto, acrescenta un ponto” es un dicho portugués que significa “Quien cuenta un cuento, tiende un puente".
Pues resulta que, según mi amigo Fidel, que de esto sabe mucho más que yo, "Quen conta un conto, acrescenta un ponto" significa "Quien cuenta un cuento añade/suma un puente", es decir, 'exagera'.
ResponderEliminar