domingo, 30 de marzo de 2014

"Knock on heaven and listen to the sound"

Ilustración de Arthur Rackham
Estas últimas semanas, he tenido la oportunidad de experimentar la vida de una Cenicienta pre-fiesta, una Cenicienta obrera que trabaja y trabaja y se duerme cansada junto a la chimenea (aunque, en mi caso, los exámenes por corregir se apilaban en la mesilla de noche y la ceniza eran manchas de boli rojo).
En cualquier versión de Cenicienta que se precie (y las hay a cientos),  el trabajo duro es la antesala de una gran dicha, pero, como todo el mundo sabe, el destino de la protagonista no mejora por el buen y agotador desempeño de labores ingratas. Eso no le ocurre a nadie -aunque poder pagar las facturas siempre venga bien-. Lo que de verdad cambia las cosas es la magia.
Así que me he puesto a pensar dónde podría encontrar yo un poquito de magia en buen estado y barata, magia verdadera y no un sucedáneo, y  como no veía por ahí nada parecido a un hada madrina a la que preguntar, se me ha ocurrido buscar en a la versión alemana de Cenicienta, la de los hermanos Grimm, para que me iluminara al respecto. Y esto es lo que he encontrado:

Ilustración de Hanns Anker (1910)
"(...) Celebró por entonces el rey unas grandes fiestas, que debían durar tres días, e invitó a ellas a todas las jóvenes del país para que su hijo eligiera la que más le agradase por esposa. Cuando supieron las dos hermanastras que debían asistir a aquellas fiestas, llamaron a la Cenicienta y le dijeron:
-Péinanos, límpianos los zapatos y ponles bien las hebillas, pues vamos a una fiesta al palacio del Rey.
La Cenicienta las escuchó llorando, pues las hubiera acompañado con mucho gusto al baile, y suplicó a su madrastra que se lo permitiese.
-Cenicienta -le dijo-, estás llena de polvo y ceniza y ¿quieres ir a una fiesta? ¿No tienes vestidos ni zapatos y quieres bailar?
Pero como insistiese en sus súplicas, le dijo por último: 
-Se ha caído un plato de lentejas en la ceniza, si las recoges antes de dos horas, vendrás con nosotras.
La joven salió al jardín por la puerta trasera y dijo: 
-Tiernas palomas, amables tórtolas, pájaros del cielo, vengan todos y ayúdenme a recoger. 
Las buenas en el puchero,
las malas en el caldero.
Entraron por la ventana de la cocina dos palomas blancas, y después dos tórtolas y por último comenzaron a revolotear alrededor del hogar todos los pájaros del cielo, que acabaron por bajarse a la ceniza, y las palomas picoteaban con sus piquitos diciendo pi, pi, y los restantes pájaros comenzaron también a decir pi, pi, y pusieron todos los granos buenos en el plato. Aun no había trascurrido una hora, y ya estaba todo concluido y se marcharon volando (...)".  Fragmento extraído de: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ale/grimm/la_cenicienta.htm

Ilustración de Walter Crane  procedente de 
http://topillustrations.wordpress.com/2012/09/18/household-stories-by-grimms-illustrated-by-walter-crane/
Vale. Bien. ¿Qué tenemos aquí?. Pájaros, para empezar. Una ayudita llovida del cielo que acude en el momento oportuno, sólo, y sólo si, lo pedimos . Eso ya es una gran lección en mi caso, porque me cuesta pedir ayuda y soy capaz de mucho antes de decir "oye, yo con esto, sola, no puedo".  Pero, ¿qué, exactamente, es lo que hacen las aves del cuento? Pues,...discriminar. Los pájaros, ayudan a la protagonista a diferenciar entre lo que alimenta (y, por tanto, va al puchero) y lo que debe ir al caldero (el recipiente de la transformación que solían usar las brujas para elaborar sus pócimas). Palomas y tórtolas, más específicamente, eran aves consagradas a Afrodita en la mitología griega y se asociaban al amor y a la unión de opuestos. No voy a entrar en un análisis sesudo, pero sí me gustaría apuntar que creo haber comprendido esto: ante un trabajo desagradable, nada mejor que reconocer los propios límites, aceptar ayuda y, en la medida de lo posible, hacer lo que hay que hacer con amor.
Ilustración de Jemma (Sungeun) Kang para Kongjwi and padjwi,
 versión coreana de la Cenicienta 
Yo he tenido suerte, estas semanas pasadas, porque alguien me invitó a comer un día en que mi nevera estaba atravesada por telarañas. Y también porque  otra persona dedicó media hora de su tiempo a enseñarme el manejo de un programa de ordenador que me ahorró horas de hacer medias con una calculadora tercermundista.  He tenido suerte porque un compañero de trabajo me trajo a casa en coche una noche que salí tardísimo de una reunión. Y, además, porque al bedel de la escuela donde trabajo se le ocurrió dejarme en el casillero un cuento sobre la felicidad que me recordó lo que no hay que olvidar.
En estas semanas no me he hecho rica ni me he ligado a un príncipe, pero he tenido suerte. Suerte o una bandada de pájaros que han sabido cómo separar las cenizas de las lentejas. ¿Y si la magia fuera esto? ¿O si fuera darse cuenta y sentirse agradecida?. Como mínimo, es cierto que verlo así lo cambia todo.

PD: "Knock on heaven and listen to the sound" es un kōan que apareció en la etiqueta de un YogiTea y sobrevoló mi cabeza hasta hacer nido.

9 comentarios:

  1. A veces sólo nos tenemos que dar cuenta de que el universo conspira a nuestro favor. Gratitud, gratitud!

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  2. La verdad es que no sé si el universo conspira. Tengo dudas respecto a eso. Pero lo que sí creo es que la empatía y la solidaridad entre las personas es algo por lo que sentirse muy agradecida. ¡Gracias, gracias!

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  3. Juto hace unos días unos científicos han captado las primeras carcajadas que se oyeron en el universo.

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  4. Eso no me lo creo, y ya sabes que yo me creo mucho. Lo que sí he observado es la sonrisa del cielo (tiene una perfecta dentadura). Cuando todavía vivía en el campo (ahora me he vuelto a mudar), al volver del cole la noche era muy oscura y la luna menguante se ponía de una manera que parecía la boca del gato de Cheshire.

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  5. Pues puedes creértelo porque además era algo que esperaban para confirmar una de las teorías de Einstein. Lógicamente para oírlo tienes que tener un oído extremadamente agudo porque ya se sabe que en el espacio no se oyen ni tus gritos, pero es que si quieres algo hay que currárselo. Por eso lloramos al nacer en lugar de partirnos de risa, porque debimos perder el sentido del humor cósmico en algún punto entre el ahora y el Big Bang.

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  6. ¡Oye! Que yo no grito, ¡¡¡yo me hago oír!!!

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  7. Bueno, bueno... De todos modos los gritos que no se oían en el espacio eran los de Sigournye.

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  8. Para mí que las galaxias van a su puta inercia giratoria y que te pasan un montón de cosas malas y buenas ante su impasibilidad … realmente que lamentable la prepotencia del universo solo porque es millones de trillones de veces más grande que uno. Volviendo a nuestra escala humana… en la vida nos pasan cosas buenas y malas que, para más inri , con nuestra poca capacidad de discernimiento confundimos unas con otras. Yo creo que al estar agradecido por las cosas buenas que le pasan a uno, con cierta prudencia para no volverse un bobo, básicamente dedicará mucho más tiempo a pensar en las cosas buenas y se sentirá feliz. Difícil tarea pajareril la de elegir o pensar en lo bueno: nuestro cerebro reptiliano instintivamente nos induce a fijar nuestra atención en lo malo, pues su principal objetivo es nuestra supervivencia en medio de los peligros del mundo.

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  9. Hola, Anónimo (¡bonito nombre para personaje misterioso!). En primer lugar, y sobre todo, GRACIAS por escribir. En segundo lugar, decir que pienso que tienes razón: ver lo bueno de la vida supone un esfuerzo. Este cerebro nuestro no parece muy orientado a ello. De todos modos, hay que intentarlo. Especialmente, por cosas como ésta: http://vimeo.com/31158841

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