"Niña y oso" de Anna Silivonchik |
Ilustración de Theodore Kittelsen para "The polar Bear King" (1912) |
Lo que hago en esas fechas -comidas
pantagruélicas aparte- se parece un poco a un proceso de
hibernación, como el de...¡Ah! Los osos...Todavía no he acabado
con ellos, me temo. De hecho, mi colección de ilustraciones de osos y mujeres ha
seguido engordando en estos meses y yo continuo descubriendo secretos
en los cuentos.
En un post anterior, os
hablé del simbolismo del oso en clave femenina (vinculado a la maternidad, a la naturaleza cíclica del tiempo, a lo
lunar, a la tutela amorosa de lo que crece). Pero el oso tiene
también unas características masculinas bien representadas en los
cuentos tradicionales. Fuertes e independientes, solitarios y territoriales, los osos son animales imponentes, capaces de inspirar afecto y respeto. Por ello -con sus peculiaridades más o menos tergiversadas o dulcificadas-, aparecen en un sinfín de historias para niños.
Ilustración de Kaebobee inspirada en el cuento "El oso de la luna creciente" |
Para no apartarme excesivamente del contenido de las imágenes, voy a centrarme en esa estirpe de cuentos que, genéricamente, tratan el tema de un príncipe
encantado. Supongo que os suena: un príncipe, transformado por un maleficio en animal (o
un ser de apariencia feroz y extraña), entabla una relación con una
doncella. El contacto con esta muchacha, la forma en que ella lo
trata y los sacrificios que realiza por él (de manera voluntaria o siguiendo un dictado paterno), hacen posible que, con
el tiempo, el encantamiento se rompa y el príncipe retorne a su
apariencia original -que es la de un hombre bello y bueno en todos
los sentidos-. A esta categoría pertenecen El príncipe sapo y Blancanieve y Rosaroja, por citar dos cuentos de los
hermanos Grimm muy conocidos. También La Bella y la Bestia
sigue el mismo patrón, que, en esencia, recrea elementos del mito de Eros y Psique recogido por Apuleyo.
Ilustración de Hanna Liekeland |
A Good Natured Bear (ilustración victoriana, libre de derechos) |
Existen muchas variantes de este esquema (sólo en la narrativa tradicional castellana
encontramos multitud de ellas -véase aquí-),
lo que da una idea de hasta qué punto ha arraigado en nuestro
imaginario la idea del hombre animalizado que sólo puede ser
salvado de su condición indeseable por su amada. Lo curioso es que no pocas veces ese
hombre hechizado tiene la apariencia de un oso. ¿Por qué un oso?
Seguramente porque hubo un tiempo en que los osos salvajes eran una
presencia sobrecogedora no muy alejada de los enclaves humanos. Y porque el oso, si nos fijamos bien, es un mamífero con cierto parecido a nosotros en su capacidad de erguirse sobre sus patas traseras, su gusto por la miel, la forma en que la madre cría a los oseznos durante un período dilatado y que, además, posee una faz que nos puede resultar en cierto modo familiar (se dice que un oso puede fácilmente distinguirse de otro por sus rasgos faciales e, incluso, que la expresión de éstos puede cambiar de manera significativa de un momento a otro). Teniendo esto en cuenta, no es raro que este animal haya sido el predilecto para
encarnar los aspectos más bárbaros de la naturaleza humana.
Es habitual en estas
historias de príncipes encantados que la confianza primero y el amor después sean el detonante de la humanización del
príncipe. La muchacha reconoce las virtudes de la bestia, pese a la fiereza de su
aspecto, y, si se impone una separación, no se resigna, sino que emprende un viaje y atraviesa duras pruebas para reunirse con él, su esposo animal. Cuando el trayecto culmina, ambos se reencuentran en unas condiciones nuevas, porque han sido transformados por la experiencia. La valentía, la lealtad y la perseverancia reciben como recompensa poder ver y amar al otro en su verdadera esencia.
Ilustración de Gabriella Barouch |
Pudiera ser, por ejemplo,
que estos cuentos trataran acerca de cómo domeñar y convivir con
nuestro instinto, nuestra animalidad. Con nuestro lado salvaje. O
con nuestra sombra. O sobre cómo tratar con esos aspectos de nuestra psique menos desarrollados. Si fuera así, me parece muy interesante lo
que nos transmiten las diferentes imágenes que he reunido esta vez
en torno a las mujeres y los osos, porque cada una de ellas expresa
una vinculación diferente con este amigo-enemigo que está en
nosotras. Cada artista encuentra su propia fórmula, sus matices. ¿Y
tú? ¿Has pensado en cuál es la relación con tu oso?.
Desde luego, no soy quien para dar consejos en lo que a exploración de nuestros lugares oscuros se refiere, pero creo que si os aventuráis por esos derroteros no estará de más recordar que "el hombre y el oso, cuanto más feo más hermoso". Don't be affraid!
Desde luego, no soy quien para dar consejos en lo que a exploración de nuestros lugares oscuros se refiere, pero creo que si os aventuráis por esos derroteros no estará de más recordar que "el hombre y el oso, cuanto más feo más hermoso". Don't be affraid!
M'ha emocionat....és molt real i metafòric
ResponderEliminarGràcies!!!
<3
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarUna vez más, muy bueno... Sobre ese oso, esa sombra en una de las múltiples interpretaciones o sentidos de este tema que da para tanto, opino personalmente que... bienvenido sea. Bienvenida la sombra, siempre que nosotros la dominemos a ella y no ella a nosotros. Así conseguimos tener ese oso tierno al que le encanta la miel y ese oso u osa que con su fiereza defiende a sus crías o aquello que quiere... Bienvenido nuestro oso.
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestros comentarios. Estos días estoy muy ocupada y con poco acceso a internet, publico entradas antiguas y...¡estoy muy lejos de mi propio oso!. Os dejo con un pequeño video de los Simpson, un recordatorio de los caminos salvajes ;) : https://www.youtube.com/watch?v=4xeIJTFZorg
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ResponderEliminarMerry Christmas-------------------------mi proximidad oso
¡Felices días osunos! :)
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