viernes, 1 de abril de 2016

Pack de la sonrisa

Ilustración de Christine Delezenne para La llave, de Angèle Delaunois (Lóguez Ediciones, 2010)
En efecto, así es: las noticias son espeluznantes. Hay tanto sufrimiento por el mundo que se diría que nada ni nadie puede ponerle fin. Las situaciones que lo provocan son tan enrevesadas que casi es imposible discernir quién tiene la culpa de qué (aunque, obviamente, quienes se lucran con la fabricación y el tráfico de armas nunca podrán ser considerados buena gente, por mucho que quieran a sus hijos y sean amables con sus mascotas). Pienso en todas esas personas malviviendo en medio del barro y la porquería, viajando sin nada; jugándose la vida, contemplando impotentes cómo la pierden sus seres queridos. Es una tragedia porque en la noción de tragedia entra la idea del destino, del fatum: te tocó nacer en Siria, ni más ni menos, así que la suerte está echada y da igual que lo tuyo sea la pintura o tocar el violín, porque lo que pasará es que tendrás que escapar de la muerte antes de poder ocuparte de cualquier otra cosa. No habrá clases de pintura ni ensayos ni nada. Sólo tratar de sobrevivir tanto tiempo como sea posible usando cualquier medio a tu alcance. 
Frente a esto y desde tan lejos, parece que no hay mucho que podamos hacer, especialmente nada "importante", que solucione los problemas de miles de personas, pero yo creo que algo sí podemos hacer, algo pequeño, quizás.  Por ejemplo, si vivís en Mallorca, hasta el 15 de abril podéis colaborar en la iniciativa Pack de la sonrisa, que tiene como finalidad hacer llegar a los niños que están todavía en campos de refugiados en Grecia unas pequeñas mochilas con lápices de colores, cuadernillos, bolígrafos, globos, un juguete pequeño, etc. (los detalles de lo que se precisa -incluidas las medidas- y los puntos de recogida podéis encontrarlos aquí). Seguro que, si tenéis hijos o niños cerca, disponéis de materiales en buen estado como los que se solicitan. No es necesario completar el kit, sólo aportar lo que se pueda y, de esta manera, entre todos ir llenando las mochilas.
Tal vez os habéis fijado que en el párrafo anterior repito tres veces el adjetivo "pequeño/a". Para una maniática del lenguaje como yo, eso es mucho repetir. Sin embargo no voy a buscar sinónimos ni a cambiar nada. De hecho, lo voy a volver a decir: ¡hagamos algo pequeño!. Aunque parezca poco, es  mejor que nada. Las grandes obras, impactan; pero son los gestos pequeños los que, poco a poco, producen una evolución. Y fijaos que entre evolución y revolución sólo media una (pequeña) letra. 
Y, por si todavía no tenéis claro si vuestra aportación servirá de algo en este maremagnum de personas que lo pasan mal y políticos que no se sabe a qué intereses sirven, abajo os dejo un cuento realmente bonito de Tim Bowley (Autr.) e Inés Vilpi (Iltr.),  Jaime y las bellotas (Ed. Kalandraka, 2005).  Creo que eso disipará las dudas. 


PD: Si al pinchar el enlace del Pack de la Sonrisa no se abre o no se ve bien, decídmelo y os pasaré la información.

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