sábado, 10 de mayo de 2014

Menos es más

He aquí un cuento ideal para personas parlanchinas como yo y, en general, para todos los que, de vez en cuando, nos olvidamos del  poder extraordinario  de decir la palabra justa en el momento adecuado.  Es de la autora francesa Agnès de Lestrade y ha sido ilustrado por Valeria Docampo. Ésta es la versión de Beatriz Montero:



Y, como hoy es sábado y tenemos más tiempo, os propongo una tarea:
1º) Pensad en alguien  con quien,  por las razones que sea, os gustaría comunicaros.
2º) Imaginad que tenéis delante a esa persona -imaginad su cara, la expresión de su rostro y la postura de su cuerpo-. Podréis decirle una palabra (sólo una).
3º) Elegid la palabra con cuidado porque no se puede cambiar ni matizar.  Lo dicho, dicho está.  
4º) Mirando a la persona a los ojos,  decid la palabra.
5º) No leáis la postdata hasta que hayáis hecho todo eso. Para que no caigáis en la tentación, aquí os dejo, a modo de biombo, otra versión de La gran fábrica de las palabras - ligeramente distinta, más completa- en lengua de signos (no sé quién es la intérprete):


PD: Ahora repetid todo lo anterior frente a un espejo.

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