viernes, 18 de diciembre de 2015

¡Huyamos!

Dentro de unas horas se estrena en todo el mundo (en todo el mundo que está para estas historias, se entiende) la séptima entrega de La Guerra de las Galaxias. Yo no voy a ir a verla, pero un querido amigo mío hace semanas que tiene la entrada y lleva literalmente  años esperando este momento. Así que he pensado en dedicarle a él el post de hoy (¡todo llega, G.!), revelándole de paso un dato que quizá desconozca, y es que el primer cartel de Star Wars, el que corresponde a la primera película de la saga, lo realizaron los hermanos Hildebrant.
 
"Gandalf visits Bilbo", ilustración de Tim y Greg  Hildebrant

Tim y Greg  Hildebrant -dos gemelos de  Detroit que en la década de los 70  estaban especializados en ilustrar obras de literatura fantástica, cómics y juegos de cartas-  fueron los responsables de sintetizar en una imagen la propuesta de un por entonces joven George Lucas y su equipo. Cuando recibieron el encargo,  Tim y Greg estaban enfrascados en la confección de algunos de los dibujos por los que hoy figuran en la Wikipedia y se les dedican libros y páginas web: ellos fueron los autores, entre otras, de las imágenes que acompañan una serie de calendarios de los años 70 -hoy en día considerados piezas para coleccionistas- dedicados a El Señor de los anillos.  Como podéis ver, son ilustraciones muy de la época; minuciosas, bonitas y un tanto psicodélicas.
 
"Tom Bombadil", ilustración de Tim y Greg  Hildebrant
(en versión reeditada y comentada por Greg Hildebrandt, Jr)

Y, ya que estoy, aprovecho para citar una anécdota que  J.R.R.Tolkien refiere en su ensayo “Sobre los cuentos de hadas” (incluido en Árbol y hoja, Ed. Minotauro, 1994) a propósito de la realidad y la fantasía:
"Old Man Willow", ilustración de Tim y Greg  Hildebrant
"Aunque parezca increíble, no hace mucho tiempo que le oí comentar a un médico interno de Oxford que a él le «satisfacía» la proximidad de las fábricas de producción en serie y el estruendo del tráfico rodado en continuo embotellamiento porque ponía a la Universidad «en contacto con la vida real». Quizá quería indicar que el modo en que el hombre del siglo XX vive y trabaja aumenta en brutalidad a pasos alarmantes, y que la ruidosa prueba de ello en las calles de Oxford ha de servir de aviso de la imposibilidad de conservar durante mucho tiempo con unas simples vallas y sin una auténtica reacción ofensiva (práctica e intelectual) un oasis de cordura en un desierto de irracionalidad. Pero mucho me temo que no se refería a esto. En cualquier caso, la expresión «vida real» parece quedar en este contexto bastante lejos de sus usos académicos. Es sorprendente la idea de que los coches están más «vivos» que, digamos, los centauros o los dragones; que sean más «reales», pongamos por caso, que los caballos es algo patéticamente absurdo. ¡Qué real, qué sorprendentemente viva es la chimenea de una fábrica comparada con un olmo, ese pobre objeto caduco, sueño banal de un visionario!
A mí en particular me resulta inconcebible que el techo de la estación de Betchley sea más «real» que las nubes. Y como artefacto, lo encuentro menos inspirador que la legendaria cúpula del firmamento. La pasarela que lleva al andén 4 despierta en mí menos interés que Bifröst ['arco iris'] guardado por Heimdall con su Gjallarhorn. No puedo apartar de lo que aún queda de indómito en mi corazón el interrogante de si los ingenieros del ferrocarril, de haber sido educados con un poco más de fantasía, no habrían sido capaces de mejores logros con los abundantes medios que por lo general poseen. Imagino que los cuentos de hadas serían mejores humanistas que el universitario al que antes he aludido (...)"
"Lothorien", ilustración de Tim y Greg  Hildebrant
 
No sé que pensaría el escritor inglés sobre La Guerra de las Galaxias. Presumo que el sonido de las espadas láser y el frenesí de las aeronaves surcando el cielo no sería muy de su agrado. Sin embargo,  creo que sabría apreciar las bondades de una narración que, por un rato, nos aleja (o aleja a quien le guste)  de esta vida real tan llena de urgencias  irreales. Como dijo Francisco Giner de los Ríos: "nada es tan necesario como lo completamente inútil".  Creo que dedicar tiempo a leer, a ver una película,  a bailar, a pasear por la montaña y observar y disfrutar de la naturaleza es algo que nos restituye la verdadera realidad, ésa que el  ritmo de vida actual a menudo nos roba de mil y una maneras distintas, un ratito más cada día que pasa. Yo ya no quiero ser tan eficiente ni estar tan enterada de lo que ocurre por el mundo. Pienso que las noticias en cadena sobre los horrores que suceden a diario terminan por insensibilizarnos. Necesito escapar de eso para volver a sentir asombro y compasión.

"Bilbo at Rivendell",  ilustración de Tim y Greg  Hildebrant
Si yo fuera un hobbit diría que hay que proteger la Comarca. Pensándolo bien, lo digo igualmente: hay que proteger nuestra Comarca, nuestro tiempo libre, nuestro tiempo  de vagabundeo. Nuestro aburrimiento, nuestros sentimientos y emociones genuinas. Estamos tan informados, ocupados y zarandeados. Tenemos Facebook, Twitter, Whatsapp, las retransmisiones especiales en la televisión, la "suerte" de poder terminar en casa el trabajo del día, las tiendas abiertas en domingo, las aglomeraciones...Este Dragon Khan funciona las 24 horas, no hay quien lo pare . 

Por eso me gusta que G. esté ilusionado por acudir al estreno de una película y se haya preparado para ello como si todavía fuera un niño. Y por eso me gustan las ilustraciones de los hermanos Hildebrant, hechas con evidente mimo y cariño por los personajes. En eso no entra la urgencia ni la improvisación, sino la paciencia. Entra el voy a tomarme mi tiempo y al que no le guste que se espere. Entra la fantasía, de la que hablaba Tolkien en su escrito, y el deseo de hacer reales los momentos y las cosas bellas que imaginamos.
 
"El primer paso para ser libres es darnos cuenta de lo que nos encadena  

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