miércoles, 30 de abril de 2014

Walpurgis

“(...) La bruja estaba inquieta ahora, y olfateaba, jadeaba, arañaba y rasguñaba el aire, como si buscara algún dibujo en una superficie de cera. Volvió las manos, acercándolas como si Will fuera una pequeña estufa que ardía suavemente en algún sitio de ese mundo de los infiernos, y ella hubiera venido a calentarse las manos. Mientras la canastilla oscilaba como un alto péndulo, Will alcanzó a ver los ojos cosidos, las orejas musgosas, la boca de pasa de uva, pálida y arrugada, que momificaba el aire. La Bruja trataba ahora de averiguar qué escondía Will. Will era un niño demasiado bueno, demasiado agradable, demasiado raro, demasiado conveniente para ser verdad, y ella se daba cuenta (…)”.

Ray Bradbury, La feria de las Tinieblas, de. Minotauro, edición de 1991.
Ilustración extraída de http://sexywitch.wordpress.com/2011/06/25/tintype-witches-almost-1875/

Si yo fuera una bruja, esta madrugada celebraría una gran fiesta de fuego y rituales. No dormiría ni un segundo, me untaría el cuerpo con grasa de animales y bailaría con demonios encarnados. Pero soy profesora y la noche de este 30 de abril – que, en algunos países del centro y del norte de Europa, es tan mágica y llena de presagios-, simplemente me acostaré agotada y contenta por no tener que ir a trabajar mañana.
Así son las cosas. Aunque, no quiero dejar pasar la ocasión de conmemorar esta festividad porque, si algo he aprendido leyendo cuentos, es que tan importante como el héroe es su antagonista. De hecho, sin bruja, ogro o dragón, no hay héroe. Así que honremos hoy a esos seres feos y deformes, malvados y miserables, porque gracias a ellos hay una historia que contar. ¡Feliz Walpurgis, señoras brujas! ¡Buena noche de ritos salvajes!.

PD: Claro que -me acabo de dar cuenta- puede que, para algunos de mis alumnos, yo sea una auténtica bruja. ¡Vayamos a por la escoba entonces y amorticemos esa fama!.

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