lunes, 13 de octubre de 2014

Alles Gute, Christine Nöstlinger!

Christine Nöstlinger
(foto procedente de http://oe1.orf.at/programm/349945)
Hoy cumple años Christine Nöstlinger, concretamente 78, y quiero dedicarle este post porque, de hecho, ése fue mi primer “proyecto”. Quiero decir que cuando me propuse desarrollar un blog sobre literatura infantil y juvenil, lo primero que pensé fue en hablar sobre ella. Christine es una escritora excelente que no pasa de moda; a su pericia construyendo historias, se une un talento especial para captar el meollo del asunto y tratarlo desde una perspectiva original, construyendo personajes con carne y con huesos, redondos y verosímiles. Por eso esta autora, vienesa y progresista (ambas cosas imprimen carácter y la combinación de las dos ni te digo), es una de las razones principales por las que me ha continuado interesando la LIJ más allá de la edad adecuada para ello. Cuando, de tanto en tanto, releo sus libros y, a pesar de que algunos, como Filo entra en acción (1982), me los sé casi de memoria, me sigo enganchando a ellos y pasando buenos ratos.  

Christine con su marido, el periodista Ernst Nöstlinger
(foto procedente de
http://derstandard.at/1378249058367/Hauptsache-du-kannst-etwas)
Hija de un relojero y una maestra, la primera vocación de Christine no fue la literatura, sino el dibujo. Estudió, de hecho, artes aplicadas y trabajó como diseñadora gráfica. Empezó a escribir por casualidad, cuando decidió acompañar sus ilustraciones de textos breves y éstos, finalmente, obtuvieron mayor reconocimiento que las imágenes a las que debían servir. Su primera obra plenamente literaria fue Los chicos del sótano mágico, aparecida en 1971 y, un año después, ya recibió el Deutscher Jugendbuchpreis, galardón que se entrega anualmente al mejor libro infantil publicado en Alemania, por Me importa un pepino el rey Comino (Wir pfeifen auf den Gurkenkönig) -editado en España por Alfaguara en 1987-.

Cartel anunciador de
 Konrad o el niño que salió de una lata de conservas,
 
pieza teatral basada en la novela homónima,
representada por la compañía gallega Sarabela Teatro.
La producción de Nöstlinger es muy extensa porque, desde sus inicios, ha venido publicando, de media, varios libros al año; además de artículos de prensa y guiones para la radio y la televisión. De su obra para niños y jóvenes se suelen destacar títulos como Konrad o el niño que salió de una lata de conservas (1974), una especie de cuento sobre un chaval perfecto que debe aprender a ser humano -e imperfecto, claro- para encajar en el mundo real. En esta novela, la autora parte de un presupuesto fantástico (un niño fabricado por una empresa y que le es entregado, envasado y por error, a una señora de lo más excéntrica), pero eso no es frecuente en su narrativa, la cual acostumbra a inspirarse en situaciones corrientes. A este respecto, Nöstlinger afirma: "Me gusta la fantasía, y en mis relatos hay muchos elementos fantásticos; pero es una fantasía con cierto compromiso social, que intenta ejercer influencia en el mundo, cambiarlo, ya sea a través de la utopía o de la sátira". También son muy conocidas sus series para los lectores más jóvenes sobre un niño llamado Franz  y sobre una niña llamada Mini.

A mí me gusta mucho la trilogía compuesta por Una historia familiar (1981), Gretchen se preocupa (1983) y Gretchen, mi chica (1988), que en castellano fue originalmente editada por Alfagura y ahora se puede encontrar en el catálogo de la  Oxford University Press. Y disfruté leyendo  Mi amigo Lucki-live (1978) y Olfie y el Edipo (1984). Son obras antiguas pero que se siguen reeditando, supongo que porque los temas que tratan (las relaciones entre padres e hijos, la evolución de los roles de género tradicionales, el divorcio, los complejos, los primeros amores, la voluntad de afirmarse en un mundo adulto más bien caótico) siguen resultando interesantes  para el público adolescente -véase, por ejemplo, esta crítica sobre Bonsai (1996) escrita por una muchacha de 15 años- .  Además, es cierto que muchos profesores continúan  recomendándolas y trabajando con ellas en el aula, ya que permiten abordar diversas cuestiones éticas desde una perspectiva más enriquecedora que, por ejemplo, los libros de Federico Moccia.
Algo que me gustaría destacar de Christine Nöstlinger, aparte de su dominio del lenguaje (va directa al grano, nada de florituras, pero con una gracia especial para hallar el tono y el registro adecuado a la historia y al lector al que se dirige), es su sentido del humor para tratar cuestiones, a priori, difíciles. Las mujeres adultas que aparecen en el relato, como ha sido analizado aquí, suelen ser madres poco ejemplares, inestables como mínimo, y hay padres machistas o ausentes. Pero su retrato de los niños y adolescentes como personas que, a pesar de sus miedos, despistes e inseguridades, maduran y se responsabilizan de sí mismos, no sólo es edificante, sino también divertido. Lo observamos en el personaje de la fantasiosa Rosalinde en Rosalinde tiene ideas en la cabeza y en el de Gretchen Sackmeier, a lo largo de las novelas que protagoniza. Asimismo, me gustan sus héroes masculinos -irónicos, reflexivos, observadores, sensibles-. En ese sentido, pienso que las novelas de Christine invitan al lector a crecer. Algo así como decir: "la vida puede ser complicada, pero, si quieres ser libre, puedes movilizar tus recursos, hacerte cargo de ti mismo...y, además, disfrutar con ello ".
En fin, que me encanta Christine Nöstlinger, que espero nos siga sorprendiendo y deleitando por muchos años y que os animo a leer o releer sus libros (el niño y adolescente inadaptado que hay en nosotros seguro que lo agradece) . Y un pequeño secreto sobre mí: casi todas las contraseñas que utilizo para manejarme en la red proceden de sus obras. No digo más.

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