miércoles, 1 de octubre de 2014

Gianni, el único

Octubre es un mes excelente, siempre lo digo. Fue en octubre, por ejemplo, cuando nació Gianni Rodari (Omegna,1920- Roma, 1980),  así que, estos días, si viviera, cumpliría 94 octubres. Esto me parece una buena excusa (aunque no hagan falta) para recordarle con uno de sus relatos más célebres:

Portada de Uno y siete,
Gianni Rodari (atr.) y Beatrice Alemagna (iltr.)
Editorial SM, 2010
He conocido un niño que tenía siete años. Vivía en Roma, se llamaba Paolo, y su padre era  tranviario.
Pero vivía también en París, se llamaba Jean, y su padre trabajaba en una fábrica de automóviles.
Pero vivía también en Berlín, y allá arriba se llamaba Kurt, y  su padre era profesor de violonchelo. 
Pero vivía también en Moscú, se llamaba Yuri, como Gagarin, y su padre era albañil y estudiaba  matemáticas. 
Pero vivía también en Nueva York, se llamaba Jimmy, y su padre tenía una gasolinera. 
¿Cuántos he dicho ya? Cinco.
Me faltan dos: uno se llamaba Chu, vivía en Shangai y su padre era pescador; el último se llamaba Pablo, vivía en Buenos Aires, y su padre era pintor de brocha gorda.
Paolo, Jean, Kurt, Yuri, Jimmy, Chu y Pablo eran siete pero siempre el mismo niño que tenía ocho años, sabía ya leer y escribir y andaba en bicicleta sin apoyar las manos en el manillar.
Paolo era moreno, Jean rubio y Kurt castaño, pero eran el mismo niño.
Yuri tenía la piel blanca y Chu la piel amarilla, pero eran el mismo niño.
Pablo veía el cine en español y Jimmy en inglés, pero eran el mismo niño y reían en el mismo idioma.
Ahora han crecido los siete, y no podrán hacerse la guerra, porque los siete son una sola persona.
Gianni Rodari, Uno y siete

Imagen extraída de
http://vanesa-locusamoenus.blogspot.com.es/2012/04/gramatica-de-la-fantasia.html
Claro, sensible y luminoso, Gianni sólo hay uno. Y a mí  no hay cuento, anécdota o historieta de su repertorio que no me guste. Era un maestro (literal y metafóricamente) y seguimos aprendiendo de él aunque ya no esté por aquí escribiendo y dando lecciones. Yo creo que Rodari tenía el don de la visión, esto es, de ver lo que nadie más ve aunque lo tenga delante de los ojos cada día. Sólo a él, por ejemplo, se le  ocurrió que los hallazgos creativos del surrealismo podían servir para mejorar el aprendizaje de los niños. Él difundió la idea de que los mecanismos de la invención de historias no  dependen tanto del dominio del lenguaje y de las reglas gramaticales, como de explorar libremente, sin prejuicios y con humor, las posibilidades de una palabra o de una narración ya conocida. A él le debemos, en fin, un modelo pedagógico en el que los errores no son horrores , sino llaves que abren puertas a lugares nuevos.  
Dibujo de Gianni Rodari
procedente de Archivio Caltari
Afirma Rodari que "las historias se consiguen (...) nadando bajo el agua" (Gramática de la fantasía, 1973). Zambulléndonos bajo la superficie de lo conocido y yendo más allá de lo obvio, cada término o expresión nos remite a otros y alberga significados que sólo existen para nosotros. Visto así, todos estamos capacitados para elaborar narraciones originales, todos somos creadores y podemos desarrollar nuestra creatividad, aunque no seamos artistas, porque siempre hay percepciones, experiencias, que nos son propias y hacen que cada palabra, cada imagen, germine en cada uno de forma distinta.
Yo he usado en muchas ocasiones las recetas de Rodari para crear relatos -por ejemplo, ésta-,  tanto en clases de español para extranjeros como con alumnos adolescentes, y siempre he obtenido buenos resultados y bastantes risas. Por todo ello (ahora miro a cámara), grazie tante e auguri, caro Gianni!! ¡Seguiremos inventando!!

PD: Si os interesa saber un poco más sobre Rodari, aquí encontraréis un power-point, realizado por varios autores, que contiene información concisa y bien documentada, además de fichas sobre actividades llevadas a cabo en la escuela a partir de las propuestas didácticas del escritor italiano. 

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