miércoles, 31 de diciembre de 2014

Érase 365 veces...

Hace semanas que tenía lista mi felicitación de Año Nuevo. Todo estaba preparado (la imagen, el texto, la música) y mi intención era publicarla el 28 de diciembre porque hablaba de la inocencia y de cómo es importante empezar las cosas sin mala intención ni prejuicios ni expectativas desorbitadas. Empezar siendo inocentes. Pero, ¡hélas!, el post se me borró enterito la noche anterior y he tenido que improvisar. Esta inocentada (y, sobre todo, mi torpeza) me han dado un margen para repensar. Y, además, en el entretiempo, he visto este video con escenas no incluidas en el corto “Early Days”, en el que aparece Paul McCartney tocando la guitarra y cantando en una jam improvisada con jóvenes y veteranos bluesman, algunos profesionales y otros amateurs, como Johnny Depp. Y ahí he encontrado algo que no había tenido en cuenta al escribir mi felicitación original y es que hace falta mucho, un montón, tal vez toda la vida, para volver a ser inocentes. Esa inocencia final, destilada, es luminosa aunque sus raíces sean oscuras y no eludan la pena, las pérdidas y los dolores acumulados. De ahí sale una música espiritual aunque le cante a las cosas más mundanas. Así que voy a cambiar un poco mi mensaje: no os que deseo que entréis en el 2015 cándidos cual Caperucita en el bosque, porque eso quizá no sea posible (¡todavía!).  Os deseo que comencéis el año con toda vuestra sabiduría almacenada y con vocación de asombro. Y, por supuesto, si recibimos una pequeña ayudita de nuestra hada madrina, mejor que mejor.  


Imagen extraída de http://fairyillustrations.tumblr.com/post/30653347422

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