viernes, 20 de diciembre de 2013

Felices postales

"Girl feeding a jay with hazelnuts". (1910) Ilustrador: Signe Aspelin
Imagen procedente de http://www.flickr.com/groups/antiquechristmas/pool/page2/
 
Cuando me propuse crear este blog, busqué información sobre el tema y vi que, en Internet, se recomienda escribir sobre cuestiones de actualidad y sostener opiniones polémicas, a fin de aumentar el número de seguidores y lectores ávidos de opinar y poner a caldo al bloggero. Ignoré el consejo porque soy profesora y -cuando tengo trabajo- mis alumnos ya me proporcionan un surtido de barbaridades suficientemente generoso. Entonces decidí que sólo hablaría de cosas que me gustaran y/o en términos amables. Para despotricar, ya están la familia, los amigos y los cojines (esto último es un guiño psicoterapéutico). Y, más o menos, como podéis comprobar más abajo, he ido cumpliendo con mi propósito. Hasta hoy.

Hoy voy a hablar de las Navidades. Las Navidades no me gustan ni mijita. Son tristes, son cansinas, engordan. En la calle hace mucho frío, en la casa hace mucha nostalgia...Es un impasse terrorífico.
 
Ya de niña no me gustaban demasiado estas fiestas. Aunque, ahora que he andado revolviendo cajas, veo que guardo algunas felicitaciones navideñas de ni se sabe cuántos años atrás. Y es que eso sí me gustaba, las postales. Y, de entre todas, las más bonitas, mis preferidas, eran las que llegaban de Suecia. Así que, pensándolo mejor, me voy a poner vintage de la muerte y os voy a contar de un ilustrador al que descubrí gracias a esas felicitaciones de Navidad suecas, Carl Larsson, un crak de la decoración de interiores al que sospecho que el fotógrafo de los catálogos de IKEA le debe mucho.

Larsson (Estocolmo, 1853- Falun, 1919) es este señor que en la foto aparece con su mujer, Karin -también una dotada artista-, y algunos de ocho hijos que tuvieron juntos.
Según destacan sus biógrafos, Carl tuvo una infancia de niño pobre e infeliz, lo que, seguramente, influyó en que,  siendo adulto, dedicara su energía a reflejar el lado luminoso de la vida. Creo que Carl, como yo misma (y salvando las enormes distancias), era alguien que pensaba que para ver cosas feas siempre estamos a tiempo. Así que puso su talento al servicio de los días "inadvertidamente felices" y de lo que amaba -su familia y amigos y su casa de Sundborn, "'Lilla Hyttnäs" (hoy convertida en museo)-.  Escenas de la vida doméstica,  una muchacha leyendo o ejercitándose en el piano, una merienda en el jardín...no son motivos ajenos a la pintura de muchos de sus contemporáneos -como la del danés Laurits Andersen Ring-, pero, vistas desde el prisma de Larsson, con su habilidad para la recreación del ambiente y la composición, estas imágenes hacen que nos sintamos próximos y partícipes. Es como si Carl y Karin nos abrieran las puertas de cada una de las estancias de su casa y en todas tuviera lugar algo por lo sentirse afortunado. Para  entender esto que digo, e incluso para encontrar inspiración decorativa (veréis muebles, colores y tejidos maravillosos), os recomiendo daros un paseo por aquí -o por aquí - (seguro que a los Larsson le encantará la visita).

Yo, por mi parte, os deseo unas Navidades a la altura de vuestras expectativas (o, si puede ser, muchísimo mejores). ¡Que los parientes y las amenazas de tormenta familiar os sean leves!. Y si hay momentos oscuros, regalos indeseados o polvorones con cicuta, recordad las bonitas acuarelas de Carl y estos versos que Mario Benedetti escribió como un salmo o una receta:

"Day before Christmans" (1892)
Ilustrador Carl Larsson

  Defender la alegría como una trinchera 
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias 
y las definitivas

defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos (...)
 
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.

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